«Paterson» de Jim Jarmusch

Jim Jarmusch

Una semana es el tiempo que Jim Jarmusch necesita para hablarnos de poesía. Y de lo absurdo de la rutina. Y del arte de saber escuchar. Y de muchas cosas más. Paterson (2016) es una reflexión sobre la velocidad en que se mueve el mundo. Un antídoto fresco y saludable a las carteleras atiborradas de películas de acción. Un homenaje a los que adoran ver crecer la hierba. Es todo eso y muchas cosas más.

Escogiendo la poesía como elemento escapista, Jarmusch nos muestra la belleza de las relaciones simples, de los momentos cotidianos, de las conversaciones frívolas. Desde su asiento en el autobús o en el bar, Paterson escucha el mundo remover sus tripas. Y él observa. Escucha el ronronear de la ciudad desperezarse y el repiquetear de una cascada hipnotizante para inspirarse y escribir poemas. Los versos son simples y urbanos, frases cotidianas como su vida y su aspecto, como su trabajo y su mirada vacía.

Paterson (2016)

Jarmusch salpica la cinta de cotidianidad. La trama se desliza lentamente, como los versos superpuestos en la pantalla. La voz en off acompaña la melodía de un verso en un momento tan banal como ponerse frente al volante. Y nos dejamos seducir por ese viaje sensible que obedece a una técnica coherente y reflexiva. Los planos, igual que los personajes, se repiten como metáforas en un poema simbolista. El plano cenital para destapar un nuevo día; el plano general de Paterson dejando al perro fuera del bar; el mismo plano para enderezar el buzón de correos. Y así repetidamente, como los gemelos que aparecen de manera recurrente. Discreto y fiel, Jarmusch nos desactiva del mundo para entrar en otro. La cámara ya no es un ojo escrutador y las agujas del reloj se precipitan en su eternidad circular. Y aparece el miedo dentro del espectador y la pregunta inevitable: «¿no seré yo ese mismo Paterson?». De ser así, lo mejor será hacerse con un cuaderno en blanco y luchar contra ese fantasma encadenando versos.

Recuerdo la frase de Martin Amis, otro gran escritor de la cotidianidad singular, en el libro La información: «Nunca te fíes de un poeta que conduzca». Otro gran pedazo de verdad que confirma que hasta un tipo como Paterson, puede hablar de la realidad desde la esquina de un universo intangible. Como lo hace el poeta japonés en la recta final de la película. Otra metáfora que cae «como el cabello en los hombros de un adolescente». El poeta nipón, agradecido e intuitivo, le regala a nuestro protagonista lo que todo el mundo querría en esta vida: una segunda oportunidad. Pero la vida no tiene segundas oportunidades. Solo es un momento relativamente tedioso y que alteramos con fugaces momentos de inspiración.

Paterson (2016)

El elemento circular temporal no es casual. Jarmusch utiliza la semana porque en ella cabe todo. Es una perspectiva ideal para observar nuestro entorno y sacar conclusiones: que no todo lo trivial es prescindible, ni todo lo excepcional esconde magia. Muchos seguimos empecinados en llevar una vida distanciada de la vulgaridad, pero es inevitable caer en ella. La vida misma nos lleva a ella, a ese destino que nos hace a todos iguales y vulnerables. Pero en esa rutina escurridiza podemos encontrar milagros de belleza. Y hasta cambiar la perspectiva desde la que observamos el mundo. Y, quién sabe, quizás entenderlo un poquito más.

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