«Las películas de mi vida» de Bertrand Tavernier

Voyage à travers le cinéma français (2016), titulada erróneamente en España como Las películas de mi vida, es la última película de Bertrand Tavernier, pero posee la frescura y la inagotable pasión cinéfila de una ópera prima barnizada por décadas de madura experiencia. El propio director estuvo el pasado 25 de abril presentándola en la Filmoteca de Catalunya y sus palabras daban fe de una inspiradora energía. A modo de declaración de intenciones el cineasta de Lyon afirmó sobre este documental, que repasa sus mayores referencias cinematográficas de su país de origen, “no es una película sobre la historia del cine francés, es sobre mi historia del cine francés, es subjetivo y parcial, y no es exhaustivo y faltan muchísimos grandes cineastas”.

La presentación del film estuvo de este modo centrada en justificar (quizás excesivamente) su forma de ser, deteniéndose básicamente en dos aspectos: la lógica ausencia de mujeres directoras debido a una historia del cine machista y conservadora y la vocación reivindicativa de la película respecto a oficios cinematográficos ajenos a la dirección, de entre los cuales destacó el de compositor de bandas sonoras. Mientras la primera sentencia trataba de evitar presumibles acusaciones antifeministas la segunda intentaba reiterar el peligro de defender una política de autores, heredera de las teorías cahieristas, que ensalce la figura del director sin tener en cuenta el trabajo de sus colaboradores. Acorde con este planteamiento, el documental dedica gran parte de sus esfuerzos a reactivar la memoria de artistas como el guionista Jacques Prevért, coautor de Los niños del paraíso (Les enfants du paradis, 1945, Marcel Carné), i el músico Joseph Kosma, cuya partitura final de La gran ilusión (La Grande Illusion, Jean Renoir, 1937) considera como uno de los mejores ensayos que se han hecho jamás sobre el film por contener toda su dureza y esperanza. Voyage à travers le cinéma français es, por tanto, la síntesis de una forma de ver el cine y mucho más.

El documental comienza con una cita de Godard en la que el mítico cineasta de la Nouvelle Vague afirma tener en común con Tavernier el hecho de que los dos sean hijos de la Cinémathèque y la Liberación. El director que nos ocupa ratificará la lucidez de esta sentencia equiparando uno de los primeros recuerdos de su infancia, el estallido de euforia posterior a la liberación de Francia de la ocupación alemana al finalizar la Segunda Guerra Mundial, con la alegría y el encanto mágico que experimentó durante la primera proyección cinematográfica de su vida. Queda inaugurada así la carta de amor al cine que es este documental de más de tres horas de duración que será ampliado próximamente a una serie de ocho episodios de una hora cada uno que, como el mismo cineasta explicó en la presentación, “no pueden ser diez por falta de presupuesto”.

La premisa de la película es mínima ya que basa su efectividad en la simple yuxtaposición de entrevistas al cineasta con imágenes de las películas que cita sobre un discurso organizado cronológicamente según el recorrido del director. La dinámica no es ni sorprendente novedosa, sin embargo, cuando el artífice del discurso es una persona que ha tenido como maestros a Jean-Pierre Melville y Claude Sautet, posee un conocimiento y una memoria extraordinarios y es parte activa de la historia del cine de la segunda mitad del siglo XX: cada segundo de metraje es oro. Además de contar anécdotas impagables sobre leyendas del séptimo arte y dar inestimables lecciones tanto de cine como de ética, la cinta tiene el valor de volver a poner en primer término cineastas casi olvidados e incluso descubrir, al menos para el autor de estas líneas, directores desconocidos pero de gran interés como Edmond T. Gréville y Jean Sacha.

Bertrand Tavernier en la Filmoteca de Catalunya

Voyage à travers le cinéma français se suma así a la breve pero fundamental lista de documentales que nos dan la oportunidad de ver la visión personal que grandes artistas tienen sobre la historia del cine, como es el caso de Un viaje personal con Martin Scorsese a través del cine americano (A Personal Journey with Martin Scorsese Through American Movies, Martin Scorsese, Michael Henry Wilson, 1995) o incluso The Pervert’s Guide to Cinema (Sophie Fiennes, 2006), donde el filósofo esloveno Slavoj Zizek aplica sus inabarcables conocimientos al análisis de grandes películas de la cultura popular. Todas estas obras comparten un mismo interés y una misma pasión por exteriorizar el amor hacia el cine de sus creadores. En el caso de Tavernier, la prueba definitiva de esta cinefilia incombustible se hizo evidente al final de la presentación de la película en la Filmoteca, cuando se reveló que la presencia en Barcelona del prestigioso director coincidía con su 76 cumpleaños. La sincronía aparentemente casual de las fechas unió necesariamente la celebración de la vida y el cine.

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