Masterclass de «Ilegitim» de Adrian Sitaru

El cine rumano lleva ya un par de décadas en auge y con una relativa hegemonía en los Festivales de cine de todo el mundo. Guillem Almirall, compañero de la revista, habló ya un poco del mismo en su artículo de Caini, de Bogdan Mirica, al cual tuvimos el placer de poder escuchar en el ECIB, donde vino a impartir una interesante masterclass.

Semanas más tarde, nos visitó también en el marco de la pasada edición del D’A Film Festival, Adrian Sitaru. Su masterclass permitió entender su forma de hacer cine adaptándose a las nuevas tecnologías, como se explicará a continuación. En cualquier caso, la visita de ambos directores rumanos, bastante distintos estilísticamente uno del otro, resultó enriquecedor para los que tuvimos la suerte de asistir a sus charlas y ver sus películas.

Foto de Rubén Seca

Ilegitim destaca principalmente por la fuerza que tienen las interpretaciones de los actores, que rebosan de gran naturalidad y espontaneidad. A los actores se les concedió la libertad para actuar e improvisar a su gusto, incluso de añadir diálogos que fluyeran libremente en las discusiones familiares de la película. En esta línea, Adrian Sitaru se aprovechó de las nuevas tecnologías para incorporar en su rodaje algo totalmente atípico: usar interactivamente los teléfonos móviles.

Lo corriente que se suele pedir a todo el equipo -excepto a los de producción-, es que desconecten los teléfonos móviles durante el rodaje. No obstante, Adrian Sitaru apostó por algo novedoso: les pidió a los actores que dejaran sus móviles encendidos e incluso con sonido. La idea principal era no interferir con ellos una vez empezaba la acción de la escena. Pero a veces, cuando Adrian veía que la toma estaba falta de dinamismo o ritmo, o que aparentaba ser aburrida, utilizaba el recurso del móvil: les enviaba un whatsapp o un SMS, dándoles alguna instrucción como por ejemplo abandonar la habitación de la escena, o para volver a ella, o para decir una frase concreta cuando vieran la ocasión. Incluso, les llegó a decir que si les llamaba algún conocido al móvil, que actuaran con completa naturalidad y abandonaran la escena para responder la llamada, como en la vida real.

La película, como gran parte del cine rumano reciente, tiene de telón de fondo el pasado comunista del país. Y se anima a tratar un tema tabú en gran parte del mundo: el incesto por parte de unos mellizos. Como de costumbre, el cine rumano creando dramas poderosos ya desde su punto de partida. El título está cargado de connotaciones, pues en el momento catalizador del film, en la típica reunión familiar, se descubre que el padre de los mellizos delataba a las mujeres que abortaban durante la época comunista.

El film gira de este modo alrededor de dilemas morales, en un amor imposible. Pero también versa paralelamente sobre el aborto, y sobre los distintos puntos de vista sobre la verdad -¿quién posee la verdad?-.

La película, filmada con Blackmagic pocket, cámara en mano, y con dos operadores de cámara simultáneamente, fue rodada con bastante libertad creativa por parte de dichos operadores. Adrian les dijo que no sabía como rodar algunas escenas para dejarles aplicar su instinto. Uno de los films preferidos de Sitaru es precisamente Festen. Fue con esta película donde se dio cuenta de que es posible realizar una buena película sin demasiado dinero, de forma simple; por ello se siente muy inspirado por el Dogma.

Filmada con apenas 7.000.-€, logró ser seleccionada en la Berlinale de 2016, en la sección de Forum, y se ha alzado con varios premios. Su valentía y crudeza abordando un tema complejo a través de la montaña rusa que viven sus personajes, hacen del film otra propuesta rumana interesante de ver.

 

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