Americana: Días 4, 5 y Conclusión

Día 4:

Ingrid Goes West expone la relevancia y uso de las redes sociales en nuestro día a día. Instagram es hoy nuestra cara social, dónde se reparten corazones en fotos ajenas cómo forma de amistad. El problema es que este mundo virtual puede crear alter egos, dependencias y adicciones, y en último terreno es dónde se mueve Ingrid (Aubrey Plaza), la protagonista del filme.

En su arranque, Matt Spicer propone un montaje veloz sobre imágenes de Instagram, evocando el scrolling que los usuarios de esta aplicación emplean (no importa la imagen, sino darle like e ir a la siguiente); bajo la voz en off de Elizabeth Olsen, que provoca un irónico contraste en su tono sobre las imágenes y resulta muy gracioso. Es una lástima que esta propuesta formal se pierda tras esta secuencia (con alguna excepción).

La historia parte de un punto interesante: Ingrid es una stalker (término que, sino formado, se ha consolidado en la era tecnológica), por lo tanto la empatía que podamos crear con ella presenta una cierta dificultad. Spicer tira por un camino muy visto y previsible cómo es la búsqueda de aceptación: Ingrid tiene problemas pero se redime a ojos del espectador porque  lo único que quiere es estar integrada. Así pues, el relato se mueve entre el drama, pero también del thriller (aunque de poca intensidad emocional, suave), por las situaciones a las que Ingrid se expone para conseguir información. Las situaciones se acaban haciendo algo repetitivas, y su crescendo emocional no llega.

La película se convierte en una historia poco interesante con momentos puntuales de humor, y un mensaje muy interesante sobre  la forma de relacionarse que las RRSS pueden tener: la pose, el hashtag y la superficialidad. Aunque al final de la película esta reflexión cambia, y acaba haciendo apología de lo que crítica anteriormente. Podría leerse como la ironía de la aceptación social si estuviera mejor planteado.

Ingrid Goes West

Dos hermanos viajan de acampada, aparentemente huyendo de algo abstracto, solo siendo testigos de las imágenes que se nos muestran en la mente del menor de ellos. Con este aire de misterio arranca The Strange Ones, un potente comienzo que logra captar la atención del espectador.

Secuencia a secuencia, Christopher Radcliff y Lauren Wolkstein se dedican a abrir más y más preguntas, sin llegar a resolver ninguna, lo cual resulta un poco molesto. En una escena clave (que tiene partida doble en su inicio y final), se expone que los hechos no importan, justificando su anterior decisión. Teniendo esto claro, suponemos que si su contenido no será lo relevante, habrá una propuesta formal que supla eso y esté a la altura del reto. Pero el resultado falla, provocando una frustración que crece plano tras plano, frustración que se transforma en aburrimiento e indiferencia.

Así pues, la película avanza por un sendero que no lleva a ningún lado, respaldada por una forma visual que ofrece poco cinematográficamente. Y cuando al final llega la revelación del misterio principal, ya importa tan poco que uno se siente hasta timado. Una película que se queda a medias en todo, buenas ideas mal llevadas a cabo.

The Strange Ones

Si algo hay que agradecerle al Americana (y no son pocas cosas), es la oportunidad de haber podido disfrutar de las dos partes de World Of Tomorrow en pantalla grande. Como admirador y seguidor de Don Hertzfeldt (la segunda parte fue mi favorita del año pasado) ha sido una experiencia muy grata.

¿Qué decir entonces de estos dos maravillosos cortometrajes de animación? En ellos Hertzfeldt narra una historia futurista de ciencia-ficción, con tintes humorísticos y diálogos que van desde lo más banal hasta lo más profundo de los sentimientos humanos. Dos filmes que tratan la memoria y la nostalgia, que nos hacen reflexionar de un futuro que cada vez parece más predecible (y perecedero); y lo mejor de todo, que es capaz de reinventarse en su segunda parte para ser distinta a la primera, y aún así auto-referenciarse y jugar con la meta-narrativa que ofrece. Si de algo va World Of Tomorrow en definitiva, es qué nos hace humanos.

Como dato curioso, la voz de Emily Prime la pone Winona Mae, la sobrina de Don: integró sus diálogos a partir de conversaciones grabadas cuando esta tenía 4 años; y posteriormente trabajó en el guión con ella a partir de las conversaciones que mantenían. También es la primera vez que este director anima digitalmente al 100%, sus anteriores trabajos siempre incorporaban dibujos a mano, o en el caso It’s Such A Beautiful Day (2012) (probablemente su obra más memorable), dónde experimentó con grabaciones en 16mm y 35mm.

En definitiva, dos películas imprescindibles, que junto a It’s Such A Beautiful Day hacen de Don Hertzfeldt uno de los cineastas más destacados del panorama actual. No se las pierdan.

World Of Tomorrow

Suponía un reto el visionado de Ex Libris, programada a las 21:30 y habiendo visto ya 3 películas anteriormente, iba con el miedo de que mi atención se distrajera y/o me quedara fuera de la propuesta del filme. Nada más lejos de la realidad, sus 3 horas y 20 minutos se me pasaron rápidamente, tanto que un amigo me comentó que pensaba que aún faltaría otra hora. Tuve la misma sensación.

A sus 88 años Frederick Wiseman aún tiene una inquietud única que le lleva a interesarse por todo lo que le rodea y filmarlo. Esta vez se centra en la Biblioteca Pública de Nueva York, la cual exprime en todos sus ámbitos a través de la curiosidad que el autor posee, buscando temas y situaciones que siempre orbitan alrededor del tema principal. En su metraje es capaz de integrar tal diversidad de temas que la película de despliega ante nuestros ojos y funciona a varios niveles. Integra ciencia, música, denuncia social, antropología, literatura, reuniones de los directivos de la organización… Su interés no tiene límites.

Todo ello filmado siempre con gran rigor, Wiseman se exige en cada plano, tanto que en muchos de ellos vemos el proceso de búsqueda. Se re-encuadra, re-escala e incluso se re-enfoca, siendo testigos del proceso vivo de la filmación mientras transcurre la acción. No se limita en su propuesta formal y abarca diferentes miradas, siendo capaz de filmar imágenes que inspiran una gran calidez humana, humorísticas e incluso ilustra momentos de abstracción sobre la acción (pasillos, sombras, calles). El montaje no solo se encarga de otorgar cierto orden sobre la cinta, también es capaz de ofrecer contrastes entre secuencias y dentro de cada una de ellas, resaltando su impecable técnica.

Es envidiable el vitalismo cinematográfico de este cineasta, capaz de integrar y despertar atención en el espectador ante lo más cotidiano, siempre desde una mirada exigente y una fantástica construcción formal. Esperemos que Frederick Wiseman siga haciendo cine durante muchos años más.

Ex Libris

Día 5:

Llegaba con algo de expectación la sesión de Jane en el festival, al ser una sesión gratuita organizada en colaboración con el Instituto Jane Godall de Barcelona. El resultado: la sala 2 de los Cinemes Girona se llenó hasta los topes.

Brett Morgen dirige y escribe este documental basado, en su mayoría, en imágenes de archivo que se creían perdidas de los años 70 filmadas por Hugo Van Lawick, antiguo documentalista del National Geographic. Sus imágenes están conducidas por la voz en off de la actual Jane Godall respondiendo a las preguntas de Morgen.

En su inicio surge la incertidumbre si este será otro documental informativo sobre fauna y flora, sufriendo el riesgo de caer en un documental de La 2, pero poco a poco se desmarca, construyendo una interesante mirada sobre el relato. La banda de audio está constantemente en nuestra cabeza, si no es con la voz en off de la Godall, es la música de Phillip Glass, una bella composición cuyo uso acaba siendo exhaustivo. Su constante presencia de texto provoca que muchas de las increíbles imágenes de Van Lawick (también supervisadas fotográficamente por la gran Ellen Kuras) sean restadas de su importancia; haciendo menos cinematográfica su propuesta.

Muy destacable es el montaje de Joe Beshenkovsky, que en algunas secuencias deslumbra por la sensación de que somos testigos de una secuencia que parece planificada como si fuera ficción, en otras por un dinamismo que da fuerza a la película. En resumen, Jane es una película con una potente propuesta técnica cuya propuesta narrativa formulada por su director no acaba de estar a la altura. Interesante aunque algo irregular filme.

Jane

Gemini plantea un excitante misterio cinematográfico: una actriz resulta muerta de forma enigmática y todas las sospechas conducen hacia su ayudante y mejor amiga.

Pero dejémoslo claro: a Aaron Katz el argumento poco le interesa en esta película. Es un buen McGuffin para atrapar inicialmente al espectador, pero a partir de ahí lo que sí le interesa al director es la magnífica propuesta formal con la que nos deleita. Katz trabaja plano a plano y secuencia tras secuencia su estilo, usando reflejos o movimientos de cámara que inspiran una gran intriga, silencios o acompañamientos de jazz que nos provocan la sensación de puro suspense. Su mirada es muy estimulante, disfrutando cada minuto de gran cine que nos logra ofrecer.

El precio a pagar por privilegiar a la forma ante el contenido de tal manera, es un giro final algo irregular que a muchos les puede hacer sentir engañados. Pero lo importante ha sido ese viaje audiovisual, que además logra trazar un recorrido histórico del thriller: desde encuadres dignos de Hitchcock, pasando por los engaños visuales de De Palma, hasta la atmósfera onírica de David Lynch o el color neón de Winding Refn.

Ante una propuesta audiovisual de tal lucidez, pocas palabras bastan. No dejen escapar esta joya cinematográfica que es Gemini, y disfruten del viaje.

Gemini

The Rider propone una interesante historia con una importante carga dramática: un chico que ha dedicado toda su vida a su gran pasión, el rodeo, sufre una fatídica caída que le impide seguir practicando. El protagonista pasa toda la película debatiéndose sobre si hacer caso a la emoción o a la razón.

Partiendo de un buen argumento, Chloé Zhao ofrece una dirección sólida, sin arriesgar pero tampoco caer en una excesiva complacencia. Y aún teniendo todo esto a favor, la película no me logra convencer y me encuentro constantemente fuera de ella e incapaz de conectar emocionalmente.

Pienso que podría ser por una diferencia cultural entre la mía y la que explora, la del mundo del rodeo y el mundo del cowboy; incluso una diferencia temporal ya que el mundo del que habla se nutre de la nostalgia, vive en un pretérito perfecto. Sus personajes están muy marcados por estos dos hechos, y tal vez sea por esto que no pueda conectar con ellos. Encuentro incluso algo gratuitos algunos recursos, como la discapacidad de la hermana menor del protagonista, que no aporta nada a la cinta y queda como un hecho banal.

En todo caso, el filme termina por dejarme frío y que a cada nueva secuencia pierdo un poco más el interés, además de que una sensación de que su duración es eterna: parece que llega la secuencia final para venir seguida de otra, y otra, y otra.

The Rider

Brigsby Bear nos ofrece una historia cuanto menos curiosa (que no comentaré para no destripar la película), bajo un punto de vista que aunque esté visto (un buen ejemplo es la reciente The Disaster Artist, que a fin de cuentas tratan de lo mismo), resulta interesante.

Lo mejor de la película radica en esa perspectiva naïf de realizar una primera película, con la convicción de que a partir de la ilusión y el amor a lo que se hace el resultado sólo puede ser bueno. Su humor se nutre principalmente de las numerosas referencias a la cultura pop, y cómo esta crea un sentimiento de comunidad dentro y fuera de la propia película. Evoca numerosos juegos meta-cinematográficos que resultan muy amenos.

Por otro lado, cuando la cinta decide enfocarse más en la parte dramática se presenta cómo más cursi y algo previsible. Su original puesta en marcha se afloja con el paso del metraje, resintiéndose un poco. Aunque la ternura que Dave McCary lucha por suscitar a partir de su protagonista, sumado a la parte humorística anteriormente comentada, logran sacar a flote el conjunto, haciendo que el riesgo de caer en el ridículo o el fracaso sean escasos.

Una película simpática y entretenida que gustará, sobre todo a los fans de la cultura pop.

Brigsby Bear

Conclusión

Así cerraba el Americana tras 5 días de cine indie norteamericano. Un festival que en un 5ta edición sigue demostrando que es imprescindible, aportando propuestas fuera del panorama convencional y dando la oportunidad de disfrutar de muchas películas que tardarán en llegar a nuestro país (si llegan). Esperamos ya con ganas la próxima edición. Mis favoritas, 5 películas que vale la pena reivindicar por su nivel cinematográfico han sido:

5. The Work (Jairus McLeary y Gethin Aldous, 2017) – Estrenada en Movistar Plus el 8 de marzo.

4. Gemini (Aaron Katz, 2017) – Sin fecha de estreno.

3. Lucky (John Carroll Lynch, 2017) – Estreno el 4 de Mayo.

2. Ex Libris (Frederick Wiseman, 2017) – Estreno 6 de Abril.

1. World Of Tomorrow -Episodios 1 y 2- (Don Hertzfeldt, 2015 – 2017) – Ya disponibles para alquilar en Vimeo.

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