D’A Film Fest – Día 8

Y llegamos al último día del D’A Film Festival. Tras 11 días de cine nacional e internacional, la extensa y variada programación nos ha permitido ver las últimas obras de reputados directores cómo Philippe Garrel, Guy Maddin o Nobuhiro Suwa; además de otras tantas que probablemente no lleguen a distribuirse, cómo el reciente caso de Disobedience de Sebastián Lelio, además de una serie de películas cuyo objetivo no es comercial. Cada año ese festival nos brinda la oportunidad de descubrir nuevas propuestas cinematográficas, de asistir a eventos inéditos, y no menos importante, de buscar nuevas formas de hacer cine. Esperamos volver el año que viene.

Dejamos por aquí una lista con todo lo visto durante el festival por este redactor: https://boxd.it/1Ks0A

Y, a falta de una crítica a First Reformed (Paul Schrader, 2017) que se publicará próximamente, las últimas críticas del festival:

Lean on Pete

Andrew Haigh regresa a nuestras pantallas (y próximamente carteleras) con Lean on Pete tras 45 años. El director sigue demostrando la gran sensibilidad que posee a la hora de narrar historias que se sienten cercanas y potentes.

La película relata el periplo de Charlie Thompson (Charlie Plummer) a través de una Norte América algo profunda, explorando tanto la vida rural cómo la urbana. Con secundarios memorables cómo Steve Buscemi o Chloë Sevigny, la película se divide en tres marcados y diferentes actos: presentación/amistad con Pete (un caballo de carreras al borde del retiro), la road movie y la supervivencia urbana. El relato avanza a partir de pequeños hechos y sutiles movimientos dramáticos, eliminando progresivamente la inocencia de Charlie; colocando la figura de Pete cómo mcguffin para el viaje emocional del protagonista y cómo reflejo de sí mismo cuando se sincera ante el caballo.

La dirección de la mano de Haigh es sólida, consciente de que lo sutil es más cinematográfico que lo explícito, juega con los elementos audiovisuales en busca de ello, y los varía dependiendo del bloque dramático de la narración. El encuadre, en su inicio, encierra a Charlie poniéndole términos que le tapan, le encierran, muchas veces reencuadrado. Si el plano está más despejado, el fondo queda roto por el foco, de nuevo rescatando la sensación de prisión. La cámara está en movimiento constante, moviéndose con elegancia mientras sigue a sus personajes, introduciéndonos en los ambientes en los que se mueven; y cuando la acción se estatiza, se producen unos muy lentos zooms que cargan el plano de tensión dramática y mantiene la atención del espectador.

En su segundo bloque, dónde la película se transforma en una road movie, el estilo contrasta por su cambio, dando una sensación de libertad a Charlie. Los encuadres son amplios, dando mucha presencia a los paisajes, empequeñeciendo al chico y el caballo. Se establece una armonía entre el personaje y el espacio, resaltado tanto por una cámara cuya dinámica de movimiento queda bastante rebajada (desaparecen los zooms), y por montaje pasando del corte entre secuencias a la introducción de fundidos. También introduce una función narrativa en el sonido, que nos paraliza en ciertas ocasiones.

En el tercer y último bloque se fusionan las características de los dos anteriores, dejando a Charlie a medio camino entre el confinamiento y la libertad, y la supervivencia entre ambos. La música, ya presente anteriormente, aquí aparece con más frecuencia, siempre midiendo con cuidado de no ser demasiado subrayada dramáticamente, y aportando un gran peso emocional.

Lean on Pete (2017)

The Day After y La cámara de Claire

Acabamos el D’A con un autor cuya obra es, indiscutiblemente, cine de autor: Hong Sang-soo. El festival ha recuperado dos de las tres obras que el coreano filmó el año pasado: The Day After y La cámara de Claire. Ambas, a pesar de sus diferencias (sea por variantes de una misma historia o siendo la primera en blanco y negro), comparten una serie de puntos en común, visibles por el marcado estilo del director.

Las dos películas giran en torno a la infidelidad, The Day After tomando como protagonista al hombre infiel, un personaje detestable; y La cámara de Claire a la amante junto a un personaje externo al triángulo amoroso. En el fondo son la misma historia con unas pequeñas variables. La primera avanza narrativamente a partir de unos diálogos incitados por el alcohol y la infidelidad, mientras que la segunda son las fotos de un personaje externo las que cambian al personaje al que fotografía. Dos historias que, aparentemente, contienen una importante carga dramática (rayando lo telenovelesco), pero cuyo tratamiento tira hacia la comedia y la aparente trivialidad. Nos narra la película con ligereza, simplicidad, algo que también viene acompañado por su puesta en escena (de la que hablaremos más tarde).

Introduce diálogos hilarantes, cómo la discusión entre el protagonista de The Day After y su mujer porque ella no le cree; e incluso absurdos en la segunda película, cuando Isabelle Huppert y Kim Min-hee están de acuerdo en que están de acuerdo. En esos diálogos supuestamente burdos se introducen algunos juegos auto-referenciales, especialmente en el caso de Claire, dónde se forma un triángulo amoroso entre un director de cine apodado So Wan-soo, su mujer, y una distribuidora llamada Man-hee (interpretada por Min-hee).

The Day After (2017)

Al igual que bucea en la parodia, Sang-soo también introduce una serie de elementos que dotan a su cine de realismo, de verdad. Su constante empleo de comida y bebida en algunas de sus secuencias, algo que podría ser meramente anecdótico, es algo que le da un carácter realista. Con la comida logra resquebrajar la ficción, ver y escuchar a sus actores comer les otorga veracidad, nos conecta con lo cotidiano, con la vida real. El alcohol siempre juega el papel clave del drama, pues sus personajes se sinceran y sacan su lado más trágico cuando están borrachos; con el licor se dan las escenas que más se acercan a lo telenovelesco. Los hombres suelen revelar su estupidez y falta de sentimientos, las mujeres su sensibilidad y humanidad ante un entorno que les asfixia.

Es en esta combinación entre parodia y realidad, la constante tonal del cine de este autor, dónde se produce el milagro. Su ligereza cómica y la búsqueda de una conexión con lo cotidiano provoca que sus diálogos, cuando serios, pesen mucho más. Logra hacernos reflexionar sobre cuestiones de gran calado emocional sin darnos cuenta de ello.

Estas pasan aún más desapercibidas a través de la austeridad de su puesta en escena. No varía tampoco en sus películas: siempre planos secuencia fijos, cuyos movimientos son panorámicas que siguen a sus personajes deambular por el espacio además de ejercer de plano/contraplano en las conversaciones; o zooms que cierran y abren el plano cuando la progresión dramática lo encuentra adecuado, a veces con un cierto retraso que despierta atención en el espectador. Uno siente que la dirección de Sang-soo se realiza durante el mismo plano, como si no hubiera premeditación, es un cine directo, y en directo. Su realización audiovisual contrasta irónicamente con el montaje y la música. Si la sensación que busca su dinámica de cámara e interpretación es un acercamiento a la realidad, sobre todo con el uso del zoom, elemento que en ocasiones subraya la presencia de una cámara, por lo tanto, de un hecho ficticio a la vez que una situación real que una cámara logra filmar; el montaje rompe con una temporalidad lineal, eliminando la causa-consecuencia en algunas ocasiones. Especialmente en The Day After, el orden de las secuencias altera entre pasado/presente/futuro narrativo, otorgando una relectura de la historia y una percepción de las acciones distinta. La música contrasta en un aspecto irónico, apareciendo en momentos dramáticos dónde parodia lo que convencionalmente sería un uso lacrimógeno musical, o en otros momentos aparentemente sin conflicto, produciendo un divertido y curioso efecto.

Sang-soo incluso nos introduce, dentro de la diversidad de reflexiones que dejan sus películas, una reflexión sobre su propio cine en boca de sus personajes. En La cámara de Claire, el personaje de Huppert comenta cómo sus fotos son capaces de cambiar a quiénes quedan capturados, cambiando antes y después del disparo de su flash. En otra secuencia retoma esa idea ahondando más en ella, nos cuenta cómo a través de la observación de las fotos que toma, la contemplación de un hecho similar y repetitivo, es cuándo logra ver los pequeños cambios que se producen en la realidad. Creo que esta reflexión resume perfectamente el cine de su autor, ya que puede parecer que repite una película una y otra vez. Pero esa es la gracia.

The Day After y La cámara de Claire son, por lo tanto, dos películas diferentes, pero cuyo fondo y forma es el mismo, tal y como es el cine de Hong Sang-soo en definitiva. Gustará más o menos, pero indiscutiblemente la mirada de su autor está presente en cada fotograma.

La cámara de Claire (2017)

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