Blackkklansman de Spike Lee

Este pasado viernes se ha estrenado en España la última película de Spike
Lee, ganadora del Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes y con una
vocación política que deja entrever la propia sinopsis.
La película desde un principio (con el inserto que indica que lo que vamos a
presenciar está basado en hechos reales) sienta un tono de entretenimiento
ligero que recuerda mucho a películas como Infiltrados en la universidad (22 Jump Street, 2014) de Phil Lord y Cristopher Miller. En esa línea están las interpretaciones y el guion que presenta unos diálogos fluidos que
transportan al espectador de la película, sin que a ésta le suponga mucho
esfuerzo, es decir, son diálogos cortos y muy referentes a la acción que está
ocurriendo (salvo algún tosco diálogo que hace referencia a cuestiones
políticas de más calado).

La dirección de Spike Lee es poco reseñable en la gran mayoría de su metraje
(hasta el final de la narrativa propiamente dicha) y no llama la atención sobre la
forma, cosa que funciona dado el planteamiento de película de acción ligera
que Lee confiere a la obra.

Blackkklansman es una película solvente como propuesta de entretenimiento
hasta que llega el final (o más bien el epílogo) donde Lee aborda de una forma
muy burda el tema profundo de la película: el racismo. Es aquí donde hay que
detenerse. Cuando la historia de los personajes de Blackkklansman termina, Spike Lee
añade un montaje documental con imágenes de archivo del actual presidente
de los Estados Unidos Donald Trump y varias manifestaciones de
supremacistas blancos y de atentados de estos contra los manifestantes
antirracistas. El problema con este montaje está en que redunda en una idea
que Lee ya había trabajado a lo largo de la película (en más de una ocasión
con diálogos muy explícitos) de una forma muy tosca y poco inteligente, es
decir, este inserto transmite una sensación de solución apresurada ante un
miedo de que el espectador no entienda lo que el director quiere transmitir.

El gran problema de Blackkklansman reside en que Spike Lee tiene al
espectador en poca consideración intelectual y que parece no confiar en sus propias herramientas cinematográficas, narrativas y emocionales para transmitir las ideas que quiere. Y si este es un problema que ya se deja ver en
diálogos que hacen referencia de forma poco sutil a Donald Trump a lo largo de
la película, se pone aún más de manifiesto en este epílogo que parece gritarle al
espectador lo que debe pensar y sentir al salir de la sala.
Spike Lee ha querido hacer un alegato contra el racismo e incluso, según sus
palabras, ha querido conseguir que la gente no vote a Trump después de ver la
película y sus intenciones son claramente honestas. Lo problemático es como
articula este discurso de forma poco sutil y poco inteligente.

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