«Roma» de Alfonso Cuarón
Este viernes se estrena en Netflix, en todo el mundo, la nueva película de Alfonso Cuarón, director ganador del Oscar a mejor dirección en 2013 por Gravity. He tenido la suerte de poder verla en el cine (en un estreno limitado en varias salas de España) antes de su estreno mundial en la plataforma de video bajo demanda y de caer bajo el hechizo de las imágenes que presenta el director mexicano en este film.
Roma trata de una familia y, especialmente, de su criada que vive en la colonia Roma de Ciudad de México en los inicios de la década de los 70. La película busca ser un fresco de la vida en el México del momento y del periodo convulso que sufrió el país. Cuarón, siguiendo su objetivo anteriormente mencionado, utiliza de forma recurrente el Plano General y la Panorámica para sumergir al espectador en las atmosferas que crean él y su equipo. Estos dos recursos cinematográficos están llevados de una forma tan exquisita que el espectador, tras varios minutos dentro de la película, entra en un estado hipnótico en el que no puede parar de devorar imagen tras imagen. En varias escenas de la película Cuarón lleva el movimiento panorámico a su extremo y hace que la cámara gire los 360 grados de su eje para así enseñar en toda su profundidad y complejidad el escenario en el que están los personajes y el espectador entra en una especie de trance mágico que le transporta hacia el México de 1970/71.
La colonia Roma (con las casas de sus habitantes, las calles e incluso el cine icónico “Las Américas”) está recreada al milímetro y la película requiere más de un visionado, en especial para aquellos que somos ajenos al mundo que retrata Cuarón, para poder captar todo el detalle y sutilezas que el equipo de la película ha creado. Esto, si bien el espectador no mexicano no lo capte todo a la primera (y es que es una película hecha desde y para México, en el buen sentido), ayuda a reforzar la sensación de inmersión en la Ciudad de México de principios de los años 70.
Esta es una película puramente autoral, ya que no solo la dirección y el guion son de Cuarón, sino que la fotografía y el montaje corren a cargo del propio director. Es decir, en Roma, la magnífica fotografía en blanco y negro y el montaje narrativo y poco intrusivo en la película están completamente al servicio de lo que Cuarón quiere explicar y es algo que se deja notar. Cuarón rinde homenaje a las mujeres que lo criaron y en especial a la sirvienta de su propia familia y para ello ha enfocado la película desde una perspectiva realista y que bebe principalmente de las fuentes del neorrealismo y, sobretodo, del cine de Lav Diaz, director filipino que siempre aborda en sus películas temas de índole social e histórica de su país, fotografía en blanco y negro y en casi la totalidad del metraje de sus filmes utiliza el Plano General (por la misma razón que Cuarón, para hacer cuadros completos y complejos sobre el tiempo que quiere retratar).
En definitiva, Roma se posiciona como una de las mejores películas de 2018 con su sincero retrato del México de principios de la década de los 70 y Cuarón se reafirma como un director excelente y enseña por primera vez (y de gran forma) su voz autoral que seguramente nos dará más alegrías en el futuro.