Mark Jenkin, Reino Unido | FORUM

Top 10 de la Berlinale 2019: Parte II

Continuación del Top 10 de la 69 edición de la Berlinale; la primera parte en este link: https://camerastylo.ecib.es/2019/02/28/top-10-de-la-berlinale-2019-parte-i/

           6. Marighella

Sorprendente debut en la dirección de Wagner Moura, que tras publicarse el libro sobre la figura de Marighella y conocer a su nieta, sintió la necesidad en primer lugar de producir esta película y finalmente se animó a dirigirla él mismo. A pesar de estar fuera de concurso, el estreno mundial de una película de esta índole en el Festival más político de todos como es la Berlinale, tenía mucho sentido. La película narra la historia de los últimos años de Carlos Marighella, figura mítica brasileña que fue considerado el enemigo número uno por la dictadura que asoló al país durante más de dos décadas, tras otro golpe de Estado orquestado en la sombra por los EEUU en Sudamérica bajo el fatídico Plan Cóndor.  Con mucha presencia del contenido del polémico y censurado libro que escribió Marighella, titulado Mini-manual del guerrillero urbano, la película es un frenesí revolucionario de unos pocos guerrilleros plantando cara a un fuerte Estado militarizado respaldado por la CIA. En medio de una censura absoluta a los medios de comunicación, torturas y asesinatos por parte de la policía, Marighella lideró la mayor resistencia contra la dictadura, y al frente de un grupo de jóvenes revolucionarios, intentó transmitir su mensaje de resistencia al pueblo brasileño.

El filme, de gran dinamismo y compromiso, tiene secuencias de acción muy bien filmadas técnicamente, repletas de adrenalina, que se integran de forma coherente en el biopic de una figura revolucionaria en tiempos convulsos, y confluyen bien con las partes más dramáticas e íntimas del personaje histórico. El mayor acierto de la película es seguramente el cásting y especialmente la grandiosa interpretación de Seu Jorge en el papel protagonista, haciendo suyo el personaje y logrando darle una nueva dimensión. Su presencia en pantalla es magnética, y logra transmitir el liderazgo y carisma del personaje cada vez que aparece. Marighella fue un hombre que dio su vida por una causa, en nombre de la democracia y la libertad. Era un hombre que no dudó en enfrentarse a un régimen autoritario y opresivo, en un momento en que las consecuencias de tales acciones eran fatales. Y la película es ante todo una oda a la resistencia. La idea de hacer esta película fue en 2013, cuando ni Brasil ni el mundo estaban tan polarizados, ni había tanta truculencia en torno a las opiniones políticas, y Trump y Bolsonaro todavía estaban reducidos a sus papeles cómicos de apoyo. Ahora, por desgracia, el estreno de la película, es por desgracia casi tan vigente como la época que retrata en Brasil, y sin quererlo es probablemente una de las películas más vigentes para con la situación actual bajo el nuevo régimen de Bolsonaro. No olvidemos a Marielle Franco.

Wagner Moura, Brasil | COMPETICIÓN (Fuera de concurso)

           7. Bait

La película del director británico en la sección de Forum fue una de las propuestas experimentales más originales y sólidas de esta Berlinale. Mark Jenkin decidió rodarla con una cámara Kodak del 1976, en 16mm y blanco y negro, para darle un look al filme como de otra época, y que contrasta muy bien para tratar precisamente a uno de los temas conflictivos más actuales en muchas partes del planeta: el como el turismo está alterando a ciudades y poblaciones enteras. Se trata de una película completamente autoral, donde Mark Jenkin firma la dirección, el guión, la fotografía, la edición y la música.

La película transcurre en un pequeño pueblo pesquero donde finalmente termina también por llegar el turismo y corroerlo todo: poco a poco elimina el pequeño comercio local y modifica y complica la convivencia de los habitantes. El conflicto principal sucede en la familia de pescadores protagonista, que tras la muerte del padre, pescador de toda la vida, se disputan el barco con el que pescaban. Uno de los hermanos decide quedárselo para reconvertirlo en un barco turista que ofrece pequeñas fragatas por la costa colindante y permite hacer fiestas a bordo. Dinero fácil a cambio de sacrificar toda una tradición familiar. El otro hermano decide no obstante resistir y plantar cara a este problema imperante, y a pesar de no tener barco se empeña en intentar seguir subsistiendo a base de pescar con métodos más rudimentarios, mientras intenta ahorrar para tener su propio barco. Además de la disputa entre hermanos, Jenkin ahonda en como también negocios de toda la vida de la pequeña población como el bar del pueblo sufren una transformación en base al turismo, y especialmente con el cambio generacional: el bar lo lleva también la hija del antiguo propietario recién fallecido, quien nunca hubiera cambiado sus horarios para con los de los turistas, cosa que sí ha hecho la hija. Un filme político atípico en el que el contraste entre su forma y contenido resultan una mezcla inusual muy atractiva de ver, donde aparecen de repente elementos que podrían parecer anacrónicos como es un portátil mac actual en medio de una historia que podría parecer de los años setenta a nivel estético pero que en verdad es completamente atemporal y vigente desde hace décadas. El director logra crear una atmósfera propia muy especial, y a partir de un montaje a ratos bastante particular, genera en el espectador una extraña sensación bastante hipnótica, que genera el querer seguir viendo más. Bait es en cualquier caso un filme experimental, comprometido y satisfactorio de interesante visionado.

Mark Jenkin, Reino Unido | FORUM

           8. God Exists, Her Name is Petrunya

Gospod postoi, imeto i’ e Petrunija fue otra de las películas que hubo este año críticas con la rigidez de la Iglesia Católica y las barreras ideológicas que acarrea contra el progreso. La directora macedonia hace un retrato incisivo de la necesidad de cambios en su pequeño país, de apenas dos millones de habitantes, y todavía anclado –en palabras de una de las protagonistas- en los “tiempos oscuros”, donde la supremacía de la Iglesia Católica sustenta el patriarcado y tradiciones obsoletas. Teona Strugar se sirve precisamente de este personaje secundario, una reportera feminista y luchadora que no teme plantar cara a ningún hombre para dejar las cosas claras, para transmitir su mensaje. Esta reportera sufre de las consecuencias del patriarcado tanto en su casa como en el trabajo, a pesar de combatirlo fervientemente. Por otro lado, Petrunya, la protagonista, más desfavorecida, sufre burlas por su titulación universitaria de Historia y no logra encontrar trabajo. Tras acudir a una entrevista de trabajo donde el jefe intenta abusar de ella, termina presenciando un festival que se celebra cada enero, donde uno de los sacerdotes de mayor rango eclesiástico lanza una cruz al agua que un grupo de hombres debe buscar y atrapar. Se dice que aquel que la encuentre tendrá para siempre buena suerte en la vida y prosperidad. Petrunya, siguiendo un instinto irracional, se lanza al agua y atrapa la cruz y huye con ella. Ello genera en esta sociedad basada en antiguos códigos morales y sociales, un gran enfado por parte de los hombres, que deciden denunciarla.

La película navega entre distintos registros, y hace un lúcido y satírico retrato de la sociedad que rodea a la protagonista. Pero también resulta muy interesante el personaje secundario de la reportera, y como la directora juega con la dinámica de cámara con ella, con una interesante decisión: en alguna ocasión cambia sin corte a partir de un plano secuencia de la cámara observacional que nos está mostrando a los espectadores lo que sucede, a una cámara subjetiva del reportero que la acompaña al cargar su cámara al hombro, cambiando el proceso de cámara fija y monofocal a una cámara móvil de reportero al hombre y jugando con zooms. El efecto que provoca en el espectador es curioso, haciéndole de pronto partícipe del acto periodístico e invitándole a sumarse a entrevistar a las personas para conocer su opinión sobre lo que está sucediendo. Si bien la película es algo irregular en su desenlace, en su conjunto merece una valoración positiva de loables intenciones.

Teona Strugar Mitevska, Macedonia | COMPETICIÓN

        9. Photograph

Rafi es un fotógrafo callejero que saca fotografías a los turistas en monumentos importantes en Mumbai. Vino a trabajar a la gran ciudad procedente de una población pequeña para intentar ganar dinero y pagar una deuda familiar. Vive compartiendo una habitación pequeña con amigos y envía prácticamente todo el dinero que gana a su abuela. Cierto día le saca una fotografía a una chica bastante más joven que él, y para su sorpresa la chica se da a la fuga sin pagar la fotografía. Desde hace tiempo, su abuela le presiona para que encuentre a una mujer y contraiga matrimonio. Para calmarla decide mandarle la foto de esta chica, y para su sorpresa la abuela decide venir a visitarle para conocer a la chica, Miloni. Rafi hace lo posible por encontrar otra vez a la chica, y una vez que lo consigue le pide que le haga el favor de hacerse pasar por su prometida unos días de cara a su abuela. Con este pretexto, estos dos desconocidos juegan a interpretar un papel ante su abuela, y gracias a su abuela terminan por conocerse un poco el uno al otro.

Rafi y Miloni están divididos por antecedentes religiosos, económicos y culturales radicalmente diferentes, e incluso por el color de la piel, pero descubren que a pesar de sus grandes diferencias, ambos comparten el mismo tipo de inquietudes existenciales. Miloni, que viene de una realidad muy distinta a la de Rafi, en una familia y entorno más modernos, siente una especie de atracción hacia lo tradicional y la vida en las pequeñas poblaciones, y escucha con atención todo lo que le cuenta la abuela de Rafi. Desde esta premisa que podría parecer simple y hasta poco atractiva, Ritesh Batra aprovecha para filmar una película muy agradable para el espectador que no queda en una simple drama romántico más, sino que a partir de su gran sensibilidad logra encontrar el tono perfecto para hacer un drama triste pero tierno, que plasma distintas realidades en la India cambiante actual. A partir de su humilde enfoque cinematográfico, Batra nos deleita a partir de un ritmo lento, de una historia sobre una conexión humana por la cual el espectador llega a sentir también afecto. Y como suele ser el punto fuerte de sus películas, la magia radica en el final; en este caso, con un bello ejercicio de metacine.

Ritesh Batra, Alemania | BERLINALE SPECIAL

            10. Suc de Síndria

Siempre es una alegría encontrar entre los cortometrajes una joya como ésta. Irene Moray, tras realizar su anterior cortometraje titulado Bad Lesbian, ha entrado por la puerta grande con su nuevo cortometraje, que ha escrito, dirigido y fotografiado.  Con esta obra, Moray indaga en las consecuencias psicológicas y las heridas ocasionadas por una violación en una joven de 25 años, y su dificultad para redefinir su sexualidad tras el trágico suceso. La joven directora sitúa la acción y el contexto en medio de la naturaleza, en un par de días de vacaciones que la protagonista y su novio disfrutan junto a unos amigos. La protagonista, Bárbara, intenta superar su traumática experiencia con la ayuda de su comprensivo novio, Pol, en medio de la paz y la intimidad de aquel entorno. El enfoque que le da Moray al tema no obstante no es alrededor del trauma en sí, sino a través de la búsqueda de sanarse. La figura de Pol, es la de un hombre comprensivo y sensible, con inteligencia emocional suficiente para ser el compañero y apoyo que Bárbara necesita para recobrar la confianza en este complejo proceso. Entre ellos, hay una honesta historia de amor.

A ambos protagonistas los interpretan Elena Martín y Max Grosse, y ambos son el pilar principal del cortometraje con sus magníficas interpretaciones, que transmiten mucha naturalidad y autenticidad, pasando de un registro a otro en una misma escena transmitiendo una gran intensidad en el espectador. Para llegar a tal nivel sublime, ambos actores fueron guiados por Irene Moray a partir de meditaciones que hizo especialmente para ellos, y ejercicios de tantra que guio la directora para que ambos actores llegaran a conectar a un nivel más profundo y crearan un lazo de confianza todavía mayor entre ellos. El resultado quedó impregnado en la película. Como Irene proviene de la fotografía, decidió filmar el cortometraje en 4:3, formato con el que suele fotografiar, y que consideró el más adecuado para el cortometraje, con el fin de ganar todavía más potencial expresivo en los personajes. El proyecto nace de una necesidad interna de Irene de tratar este tema tabú en nuestro país, donde hay un mayor número de violaciones a mujeres de las que creemos, por desgracia, e Irene al ir descubriendo historias a su alrededor sintió que debía abordar el tema. El resultado es muy notable, y prácticamente el único defecto del cortometraje es que se hace corto, valga la redundancia.

Irene Moray, España | BERLINALE SHORTS

 

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