Jonas Mekas, el hombre de la cámara
Nunca es sencillo escribir el monográfico de un autor y menos de alguien que ha estado grabando hasta sus últimos días de vida. Es probable que nunca lleguemos a saber la cantidad de metraje rodado que Jonas Mekas poseía y es que el autor lituano era como una cámara andante. Allá a donde fuera llevaba la cámara pegada a su mano, casi como si fuera su propia prolongración, capturando la belleza y la intensidad de cada momento que le rodeaba, dándole siempre una lectura sumamente poética al montar sus piezas años después, pudiendo verlas con otros ojos. Podría decirse que fue el padre del cine underground y sobre todo, el máximo exponente de la corriente en primera persona, una forma tan íntima de grabar que cualquier cineasta que se precie debería tener pero que es sumamente difícil de conseguir. Sus narraciones te hacen caer en una especie de hechizo, pues su voz es tan cautivadora que apenas eres consciente del tiempo de la duración de sus obras. Sin lugar a dudas, tanto sus imágenes como su voz, se te quedan grabadas a fuego en la memoria y es que existe algo tan puro y sumamente poético en ellas que es imposible quedarse diferente.
Mekas nació en Lituania en 1922, teniendo un hermano mayor que le acompañaría en buena parte de su vida y en varios de sus trabajos. Desde pequeño mostró una gran curiosidad por la literatura y sobre todo la poesía. Era el chico raro del pueblo ya que solía caminar hasta otra población cercana donde conocía a un escritor que le proporcionaba todo tipo de libros y que este prácticamente devoraba cada noche durmiendo en el granero. Durante mucho tiempo quiso dedicarse a la poesía pero con la invasión nazi, tanto él como su hermano, se vieron obligados a escapar debido a su ideología. Fueron detenidos tratando de huir e internados en un campo de trabajo. Curiosamente durante su estancia como prisionero fue donde Mekas vio sus primeras películas y aprendió de otros compañeros poetas y dibujantes diferentes formas de ver el arte. Él y su hermano consiguieron escapar a Dinamarca para llegar finalmente en 1949 a Brooklyn, donde se haría con su mítica Bolex de 16mm y empezaría a grabar su día a día, que tardaría años en montar para poder ver con perspectiva su propia vida, consiguiendo de esta manera, ser el pionero de un cine de primera persona.
Antes de publicar sus primeras obras, fundó con su hermano Film Culture, una revista donde iría publicando sus escritos a modo de diario y que serviría de plataforma para otros artistas emergentes del mundillo neoyorkino como Nico, John Lennon, Allen Gingsberg o Andy Warhol.
Durante los años 60 crea también, con la ayuda de varios cineastas enmarcados en el avant garde estadounidense, The Film Makers (1962) una cooperativa para producir y difundir el cine de vanguardia; y posteriormente la Anthology Film Archives (1970) para dar visibilidad y preservar las obras de estos directores que estaban creando el cine indepediente estadounidense, llegando a convertirse en uno de los archivos más importantes de films del mundo. Con esta cooperativa también realizaban pases de películas que no se habían podido exhibir en ningún circuito, debido a las duras leyes moralistas del país o porque sencillamente no encajaban en nada de lo creado hasta la época, lo que le trajo serios problemas legales cuando proyectó Flaming Creatures en 1963. La película de Jack Smith fue considerada inmoral por su contenido y el propio Mekas, al pasarla, fue arrestado por obscenidad.
Ya en 1961 estrenó su primera película, de carácter algo más narrativo, llamada Guns of the Threes, pero el momento clave en su carrera llega en 1969, cuando saca a la luz Walden: Diaries, Notes and Sketches.
Me atrevería a decir que es aquí donde nace el estilo que lo hará tan famoso. La cinta, dividida en cuatro partes con intertítulos poéticos y una narración sumamente personal nos va enseñando lo que no dejan de ser grabaciones caseras de él con sus amigos o su día a día, dándole un doble sentido al título (basado en el texto del mismo nombre escrito por David Henry Thoreu y de carácter transcendental) al crear un simil entre el lago y los estanques de New York, dándonos a entender que no solo existe un Walden, sino varios en el que uno puede encontrarse.
Cabe destacar que le dedicó la película a los hermanos Lumière ya que con sus pequeñas piezas, éste los consideraba los creadores del documental y como con tan pocos segundos, eran capaces de transmitir sentimientos tan puros y humanos que con el paso de los años se ha ido perdiendo.
A Walden le sigue Reminiscences of a Journey to Lithuania (1971) donde regresa por primera vez a su país natal y la trama gira en torno al regreso del cineasta a su pueblo natal por primera vez después de ser capturado durante la guerra. No solo posée ciertos aspectos históricos, sino que por su tan característico uso de la voz en off, Mekas nos ofrece un retrato de sus recuerdos más íntimos, pudiendo conocer así mejor al autor y la manera como su personalidad y perspectiva de la vida se fue forjando.
Mekas siempre siguió grabando, piezas de mayor o menor duración en las que continúa revisitando desde su llegada a Brooklyn, hasta los momentos que puedan parecer más vanales de su vida, pero es en el año 2000 cuando estrena la que para muchos es su obra magna: (cuya distribución fue no solo por festivales sino también por museos) As I Was Moving Ahead Occasionally I Saw Brief Glimpses of Beauty.
Más de 30 años de grabaciones caseras, con su voz en off dándole una nueva vida a las imágenes y sus tan característicos intertítulos diseñados de forma rudimentaria por él. En ella, el autor, no solo desnuda su alma, dándonos a conocer los altibajos de su vida o sus momentos más felices, sino que también acaba creando un documento de sumo valor sociológico al enseñarnos en primera persona la vida de un inmigrante que fue víctima directa de la Segunda Guerra Mundial. A pesar de su duración (casi 290 minutos), es un trabajo de visionado sencillo ya que puedes ir viendo, por elección propia, los momentos que Mekas va narrando, no teniendo la necesidad de verla de golpe, por si a alguien se le hace demasiado larga.
A lo largo de su vida Mekas siempre ha estado publicando trabajos de mayor o menor longitud, nunca ha parado de rodar, prácticamente hasta el día de su muerte. A mi personalmente me gusta destacar Song of Avignon de 2008. Una sencilla pieza de 8 minutos en la que el autor habla de uno de los momentos más difíciles de su vida sin precisar exáctamente que es lo que le sucedió, pero dejando bastante claro la soledad que sentía. El propio Mekas confesó que ni él mismo fue capaz de poner la voz en off a la pieza ya que al releer los diarios de aquellos años, el dolor volvió y tuvo que pedirle a otra persona que prestase su voz para finalizar la pieza.
Mekas, al igual que otros autores que nunca han dejado de grabar (como Agnès Varda), se fue adaptando según iban llegando las nuevas tecnologías y también empezó a filmar en digital. Esto, acompañado del hecho de que se creó una web, le permitió ir subiendo casi a diario nuevas piezas, aumentando todavía más una bobina de la que dudo que algún día podamos ver en toda integridad.
El vacío que su muerte ha dejado en el mundo del cine es imposible de remplazar. Nunca ha existido un autor con una visión como la suya y pocos pueden presumir de haber grabado tanto material o directamente tener esa pureza interior, a pesar de la corrupción que las grandes ciudades y el mundo contemporáneo han generado en muchos otros grandes artistas que se perdieron por el camino.
Quizá el artículo pasa por encima muchas de las cintas estrenadas por Jonas Mekas pero con tanto material como poseía es casi imposible resumir una obra tan extensa (convencida, además, que existe una gran cantidad de archivos que no han salido a la luz) por lo que, como siempre, os invito a verla y así conocer una nueva manera de realizar firme y quizá, os anime a revisitar grabaciones o imágenes viejas a las que les podáis dar un nuevo significado.
PD: Prácticamente toda la obra de Mekas se encuentra en su página web o en Youtube.