Las llamas que preceden a la ceniza
Jia Zhangke vuelve a crear una ficción esculpida con la sociología de su país.
Título: Jiang hu er nü (La ceniza es el blanco más puro) Año: 2018 Duración: 135 min. País: China Dirección: Jia Zhang Ke Guion: Jia Zhang Ke Música: Giong Lim Fotografía: Eric Gautier Reparto: Zhao Tao, Liao Fan, Xu Zhen.
Qiao, a base de golpes de puño, se abre camino a través de una multitud de hombres para llegar al lado de su novio, el jefe de la Jianghu -mafia local-, Bin. Este será un primer indicio de que estamos ante una historia de mafia diferente, con un personaje principal femenino con fuerza y determinación. Zhangke vuelve a apostar por un estilo abrupto y directo, más comercial que el cine de su primera etapa, pero con la misma crítica social de toda su obra.
Qiao y Bin protagonizan una historia de amor agitada por la violencia, los celos y la dificultad de redención. Toda ella tiene lugar entre 2001 y 2017, enmarcando la trama de ambos en un contexto político que demuestra los devastadores impactos sociales que las reformas económicas están ejerciendo en la cultura china. Entrelazando la ficción con la realidad social, Zhangke consigue un filme plagado de nihilismo y turbación, como ya hizo en Tian zhu ding (Un toque de violencia, 2013).
Los escenarios de la película remiten a su cine anterior. Como en Still life (2006), veremos la Presa de las Tres Gargantas y el puente Chang Jiang, y, al igual que en Un toque de violencia, descubriremos la importancia que el autor otorga a los trenes, utilizándolos en sus planos para contrastar la naturaleza con la irrupción imparable de la tecnología.
Alegorías
Zhangke nos acerca a su obra sirviéndose de elementos fácilmente reconocibles para el público occidental, como el YMCA de los Village People. Con esta canción, vuelve a introducir la música disco para contraponer Occidente y Oriente: mientras en las democracias occidentales se bailaba este éxito en 1978, en China se iniciaban unas economías de mercado que disentían del régimen de Mao, y que acabaron desencadenando las masacres estudiantiles de 1989; punto de partida para los cineastas de la sexta generación como Zhangke, Zhang Yuan o Lou Ye.
La brecha generacional que separa la tradicionalidad del ansia de libertad y cambio es un tema recurrente en el cine de la sexta generación. Cuando Bin es pateado “por equivocación” por unos jóvenes, éste les perdonará argumentando que los nacidos en el “año del perro”, como el propio Zhangke, representan un porvenir prometedor. No obstante, durante el transcurso de la película, veremos como las esperanzas de un futuro próspero y libre se esfuman, dejando al dinero como único interés político, convirtiendo así, a la cultura tradicional china en un escaparate comercial.
Zhangke demuestra así que comunica más con los elementos que se alejan del cine puramente narrativo. Simbologías e imágenes aparentemente discordantes esconden parcialmente el discurso del autor. Es el caso del OVNI, elemento reiterativo en sus películas. Con la utilización de este mito puramente occidental, Zhangke busca representar al espectador foráneo. Nosotros somos alienígenas y su cine un planeta que debemos pisar para entender sus costumbres y su realidad. Así, el director se erige en la conexión entre el espectador y la realidad que vive China.
Por su parte, el personaje principal no esta exento de interpretaciones. Qiao es una mujer fuerte obligada a sobrevivir y defenderse en un mundo patriarcal que la maltrata e infravalora. Al igual que su país, los personajes femeninos en el cine de Zhangke están obligados a luchar para conservar su dignidad y poder avanzar, capeando el temporal lo mejor posible. El director crea un paralelismo entre sus personajes femeninos –especialmente en esta película– y la imagen de China; un país con una cultura y tradición que desaparece por los intereses de un pequeño grupo de hombres corruptos. De esta manera, Qiao representa el sufrimiento y la odisea por los que pasa una nación necesitada de valores equitativos y democráticos convirtiendo la película en un relato social sorprendentemente feminista.
Con todo ello, la obra de Zhangke no es una crítica al avance tecnológico, sino a la globalización del capitalismo como motor económico mundial. Utilizando a su país como ejemplo, ofrece una mirada crítica y pesimista sobre los efectos que este modelo económico está teniendo y tendrá sobre la mayoría de los ciudadanos. La película no cesa el tono sombrío y descorazonador en ningún momento, obligándonos a cuestionar si esta sociedad tiene alguna cura.