Entrevista a Sandra Wollner: ‘The Trouble with Being Born’

Entrevista a Sandra Wollner, directora de «The Trouble With Being Born».
Texto de Rubén Seca |  | 68º SSIFF
Fotografía de Montse Castillo (© Festival de San Sebastián)

The Trouble with Being Born, segundo largometraje de la alemana Sandra Wollner, obtuvo el premio especial del jurado en la sección Encounters de la Berlinale 2020. El filme también ha pasado por la sección Zabaltegi del festival de San Sebastián, ocasión que aprovechamos para entrevistar a la directora y desgranar este proyecto tan atrevido y provocador.

¿De dónde surge la necesidad o la idea de narrar una película de estas características?

En general, parecemos presuponer que la inteligencia artifical quiere volverse humana, como si ser humano fuera el objetivo más deseable que existe. Muchas veces se cuenta la clásica historia de Pinocho o la distopía en la que una inteligencia artificial gobierna el mundo. Yo estaba más interesada en un anti-Pinocho, un «trozo de madera» que no quiere nada más que lo que está programado para querer. El androide en esta película es básicamente un espejo, configurado según los recuerdos y deseos de su dueño. La forma en que los recuerdos y las ideas se superponen es algo que ya me interesó en mi última película: la memoria como la narrativa que proporciona significado e identidad, sin la cual nos hundiríamos en un caos sin sentido. La memoria como programación, la narración como base fundamental de la existencia humana. Todo tiene un principio y un final: en eso consiste el mito de la autorrealización, que al fin y al cabo también domina el cine. En oposición a eso está la infinitud fundamental de la existencia de una máquina, con una narración que no se puede comprender de inmediato. Eso me parece fascinante.

¿Cómo fue el proceso de co-escritura del guión? ¿Qué dificultades encontrasteis?

No hubo dificultades específicas, solo las dudas habituales, supongo. Por lo general, me levantaba, tomaba un café e inmediatamente comenzaba a escribir, escuchando sonidos ambientales o atmósferas, o «The Disintegration Loops» de William Basinki. Por otro lado, con Roderick Warich, el coautor, tuvimos cierta rutina de salir a caminar durante horas por las afueras de Neukölln y hablar sobre el proyecto. Luego yo regresaba a casa y me sentaba a escribir. Él me mandaba vídeos o música que se le pasaban por la cabeza para ayudar en el proceso también.

La película tiene un estilo visual muy marcado. A veces la cámara se mueve como una presencia más. Muchas escenas son nocturnas, domina la oscuridad. ¿Cómo fue el planteamiento cinematográfico?

The Trouble With Being Born es una continuación de mi anterior película, The Impossible Picture. En la fotografía volví a trabajar con Timm Kröger, que también es mi socio, y por tanto tiene un conocimiento muy profundo de lo que estoy buscando. Lo primero que tenía en mente era esta chica robot caminando por el bosque oscuro. Siempre sentí que debajo de estas imágenes hay un brillo oscuro y vibrante, como el Caos mismo que podría estar detrás de la realidad estructurada. Creo que Timm, que también ha dirigido (Zerrumpelt Herz, 2014), es un director de fotografía sobresaliente, siempre está de acuerdo con lo que la película necesita y solo trabaja con el material que es absolutamente necesario. Por lo tanto, nuestro equipo era muy pequeño y pudimos avanzar en la dirección correcta. Si, por ejemplo, se levantaba algo de niebla por la mañana temprano, aprovechábamos para improvisar algunas escenas que podíamos haber imaginado vagamente, pero que nunca habían sido planeadas.

¿Cómo fue el proceso de cásting?

Durante mucho tiempo di por hecho que Jana McKinnon, con quien he trabajado en el pasado, interpretaría a la chica robot. Jana es una actriz fantástica, y el trabajo preliminar y las conversaciones con ella fueron fundamentales para esta película. Pero en algún momento simplemente me di cuenta de que tenía que trabajar con una actriz mucho más joven. En realidad, eso se me ocurrió al principio, pero supongo que tenía miedo de seguir adelante y crear esa imagen. Me preguntaba a mí misma: ¿puedo hacer eso?, ¿está permitido hacerlo? Me llevó un tiempo poder responder afirmativamente. Y llevó un tiempo encontrar a la actriz adecuada.

La película tiene escenas provocadoras y polémicas. Me gustaría saber como afrontasteis el rodaje de dichas escenas con la actriz menor, «Lena Watson»?

Lena Watson (un seudónimo) es una joven actriz muy talentosa con una gran familia, lo cual es muy importante si estás filmando con niños. Tuvimos mucha suerte de encontrarlos. Hablamos con ella, por supuesto de la forma adecuada para una niña, de en qué consiste la relación tan incómoda que vemos entre el hombre y el robot al que ella interpreta. Si hubiera sentido que podríamos hacerle daño de cualquier manera, no habría elegido a «Lena». Hay que decir que la relación entre este hombre y el robot la creamos por completo en el montaje y la posproducción. Así que cuando filmamos las escenas tenían un estado de ánimo completamente diferente. Y, por dejarlo claro, nunca estuvo desnuda ni vio a nadie desnudo en el set. «Lena» llevaba una máscara de silicona para parecerse al fantasma de la hija del hombre y para darle más apariencia de androide, pero también para proteger su identidad. Nunca la reconocerías en la vida real. Quiero dejarlo claro: acepto que esta película pueda incomodar o sorprender al público, pero nunca permitiría que eso les pasara a mis actores.

¿Cuáles fueron las mayores dificultades a las que te tuviste que enfrentar al dirigir?

Creo que hubo algunas dificultades que tanto mi equipo como yo logramos manejar bastante bien. Trabajar con una actriz infantil que llevaba una máscara de silicona fue sin duda una de ellas. Aun así, creo que el principal desafío para mí terminó siendo crear las voces en off. Como decía, creamos la relación entre este hombre y el robot en la fase de edición, allí cobró otra dimensión. Doblamos la voz de «Lena» y cambié pasajes enteros del texto con otra actriz. Esta película cobró auténtica vida en el montaje. Hannes Bruun y yo trabajamos en él durante casi un año y me encantó el proceso, a pesar de que era asomarse continuamente al abismo.

Me ha gustado mucho el diseño de sonido de Peter Kutin. ¿Cómo creasteis estas atmósferas sonoras?

En el trabajo de Peter encuentro el aspecto metafísico que estaba buscando. El tema principal fue este resplandor oscuro, un caos, una inquietud. Solo a través de estos sonidos y la música podemos ver la película que hay bajo la película. Por un lado tenemos el «ruido constante» que quería mezclar con algo de música casi Disney, que compuso David Schweighart. Y, por supuesto, el diseño de sonido muy sutil del androide en sí fue muy importante para la sensación general de la película.

La película es a mi parecer muy compleja y requiere de la plena atención del espectador a sus múltiples capas. Trata de muchos temas, como la memoria, la identidad, el género, la existencia, etc. Pero es fácil que el espectador se quede exclusivamente con la parte polémica. ¿Te da miedo que eso ocurra?

No. Creo que encontrará su público. Y aquellos que lleguen a ella, con suerte, se llevarán una experiencia inquietante e irritante, un poco como un sueño que te absorbe.

¿Tienes ya algún nuevo proyecto en marcha?

Ya estoy escribiendo algo nuevo, pero es demasiado pronto para publicitarlo.

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Entrevista publicada originalmente en El antepenúltimo mohicano: https://www.elantepenultimomohicano.com/2020/10/entrevista-sandra-wollner.html

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