Fallen Angels de Wong Kar-wai
A veces, al pensar en Fallen Angels (1995) me viene a la mente una pregunta que me hizo un amigo cuando terminó de verla: “¿Por qué me ha dejado tan triste, si no es una peli triste?”. Creo que es una frase que define bastante bien el sentimiento que desprende y que deja esta película. Una película que la primera vez que la vi me impactó muchísimo, me dejó profundamente roto a un nivel que a día de hoy no sé describir con palabras, pues nunca he sentido nada igual. Pero al igual que digo que estaba roto, a la vez también me dejó un toque de esperanza y felicidad en la vida. Me hizo replantearme muchas cosas, tanto a nivel interno como en tema de relaciones personales. Pero como digo, no sé muy bien como describirlo y lo único que escribiría son sin sentidos, así que hablaré de la propia película.
Se trata del quinto largometraje del director hongkonés Wong Kar-wai, rodada inmediatamente tras finalizar Chungking Express (1994). De hecho, la historia del asesino a sueldo iba a ser parte de la propia Chungking Express, pero decidió coger el material y hacer otra película con ello. Pese a esto, el director siempre ha afirmado que ambas películas son una sola y que deberían verse como tal, como un programa doble. No obstante, lo cierto es que ambas son películas muy distintas, incluso quizás se podría decir que son dos caras de la misma moneda, pero con un tema concreto en común: la soledad. Pero mientras que en Chungking Express se podría decir que era una forma de retratar la soledad más agradable y simpática, en Fallen Angels podemos decir que es todo lo contrario, ya que retrata la soledad de una forma bastante patética y bizarra.
Aunque la película desarrolla dos historias, estando separada en dos líneas narrativas, creo que es bastante correcto decir que es más una película de momentos, de atmósferas y de sensaciones. En una de las historias seguimos a Wong Chi-ming, un asesino a sueldo que está pensando en retirarse debido a las heridas que ha recibido en sus últimos trabajos, y la compleja relación que tiene con su socia, quien le provee los golpes y está enamorada de él. En la otra historia seguimos a un ex convicto, He Zhiwu, el cual se quedó mudo tras comerse una lata de piña (referencia a Chungking Express, incluso el personaje está interpretado por el mismo actor) y que ahora se dedica a entra, por la noche, en negocios ajenos haciendo ver que trabaja ahí. En su historia veremos su relación, tanto con su padre, como con una chica que afirma ser su primer amor.
Algo que me parece muy interesante de la película son las diversas formas que tiene de retratar la soledad. La que me parece más curiosa, y que he descubierto en el último revisionado hecho antes de escribir este artículo, es como trata las conversaciones. O más bien debería decir, los monólogos. Ya que, durante la más de hora y media que dura la película, todas las veces (exceptuando cuatro secuencias) que dos personajes hablan, en realidad solo habla uno, pareciendo que está haciendo un monólogo. El otro, simplemente, escucha. Es una forma de aislar a las personas con algo tan primario como es la comunicación. Luego, ciñéndonos a la técnica cinematográfica, también tiene varias formas de aislar a los personajes, incluso estando en lugares llenos de gente. Quizás la más utilizada a lo largo del metraje es el exagerado ojo de pez, el cual trae al protagonista muy cerca de la lente y parece que está en otro mundo distinto al del resto de personas que le rodean. También, repite una técnica que utilizaba en Chungking Express y que mencioné en el artículo que escribí para ella, y es el de filmar a los protagonistas en una especiede slow motion mientras que el fondo, con una multitud circulando, está en time lapse, provocando una desconexión entre los personajes y el mundo.
Otro aspecto que me parece muy interesante es como Kar-wai trata el espacio. La película discurre, mayoritariamente, por los mismos espacios, pero ocupados por personas distintas, normalmente solas, o directamente estando los espacios vacíos. Al decir esto pienso en, por ejemplo, la habitación de hotel que comparten el asesino a sueldo y su socia, frecuentado por ambos, pero siempre en tiempos distintos, estando solos durante la totalidad de su estancia, sin llegar a verse. Lo mismo podría aplicarse al bar que van siempre. Y cuando decía lo de los sitios vacíos, me viene a la mente la escena en la que el padre de He Zhiwu ya ha fallecido y vemos al protagonista viendo la tele, como antes hacía con su progenitor, con la diferencia de que ahora la silla en la que solía sentarse está vacía, aunque quizás podamos seguir sintiéndole ahí y, seguramente, el protagonista también.
Como he mencionado, esta es una película de momentos y atmósferas, donde vemos a los personajes simplemente vagar de noche por esas sucias (y llenas de neones) calles de Hong-kong, pareciendo esperar algo y a la vez intentando encontrarse ellos mismos y buscándose en otras personas. Como menciona el propio título, lo que seguimos durante toda la película son ángeles caídos, sin un rumbo que seguir, y en los que parece no haber ningún tipo de esperanza. He leído en diversos artículos que esta película recuerda a un sueño, aunque a mí más bien me parece una pesadilla con un final medio feliz.