Tras meses de espera, por fin llega a nuestros cines la aclamada película dirigida por Mamoru Hosoda, Belle. Conocida en Japón como Ryū to sobakasu no hime, cosechó un gran éxito en Canes, donde entró en un alternativo ránking basado en la duración de los aplausos del público. Con una ovación de 14 minutos se colocó por encima de obras como Malditos bastardos (11 m) o The Artist (12 m). Además, ha recogido premios y galardones en distintos festivales de cine, por lo que las expectativas estaban bastante altas para este filme.

Según su sinopsis, la película trata sobre Suzu, una adolescente de 17 años que vive en un pueblo del Japón rural. Tras una gran pérdida, su vida no vuelve a ser la misma. Pero todo cambia cuando recibe una invitación para “U”, un inmenso mundo virtual formado por millones de usuarios de internet. Para acceder a U, Suzu crea un avatar llamado Belle, que acaba convirtiéndose en una famosa cantante. Sin embargo, allí se esconde una misteriosa y peligrosa criatura con la que vivirá un viaje lleno de retos y aventuras en su búsqueda por descubrir quiénes son en realidad.

Belle con Hiro, su amiga manager

Con el visionado de los avances (trailers), podemos apreciar cómo se han utilizado dos técnicas de animación distintas. Contamos con una animación 2D tradicional japonesa (anime) y otra 3D CGI que visualmente intenta emular a la primera. Viendo la película, vemos el sentido de esta decisión, ya que cada técnica tiene un claro uso. De base contamos con el 2D y una vez entramos en el mundo virtual de U, pasamos al 3D, ayudando así a ubicar la acción fácilmente. Otra razón es que, a pesar de que en el fondo la protagonista es la misma persona, una vez entra en ese mundo, Suzu se convierte en Belle. Por lo tanto, es otra identidad de ella misma y se consigue marcar mejor esa diferencia con el cambio de técnica.

Respecto al apartado visual, para la parte 2D contamos con la aportación del estudio Cartoon Saloon en el arte conceptual, incluyendo la participación de los directores Tomm Moore y Ross Stewart.  En general, nos encontramos ante un estilo similar al anime serializado, con un acabado un poco más refinado. Los fondos, como es habitual, se ven muy trabajados y vibrantes, ya que parcialmente, en muchos planos se sustentan en estos mismos más que en los personajes. Además, peca un poco de reutilizar fondos más allá de un sentido cinematográfico, dando la sensación que ha sido para economizar. Esto es un poco decepcionante, teniendo en cuenta que nos encontramos ante una película y no un anime semanal al uso, donde queda justificado porque al final cuentan con un margen muy estrecho para tener listo cada episodio, además del ajustado presupuesto, obviamente.

Belle cantando en U

Algo similar sucede con la animación 2D. Muchas veces se recurre a una simplificación excesiva que no debería verse en una obra de estas magnitudes y que, como antes he mencionado, son comprensibles en producciones con un tiempo y presupuesto más limitado. Sí que es cierto que gracias a estas simplificaciones a las que han recurrido en los animes, se ha creado un estilo muy característico que a veces se busca intencionadamente, como luego veremos en la parte 3D. Sin embargo, en este caso acaba generando un efecto no muy agradable que deja sensación de “cutre” en más de una ocasión. Esto queda bastante contrastado con algunos momentos en los que de repente vemos planos muy trabajados. A esto se le conoce como Sakuga. Para quien esté familiarizado con la animación japonesa, esto no será una novedad, ya que es común que a las escenas con mayor carga visual se les dedique mucho más trabajo en comparación del resto. De esta manera, resultan animaciones visualmente muy atractivas y dinámicas.

Honestamente, el área por la que estaba más preocupado era el 3D, debido a que está muy extendido el uso de este con acabados muy mediocres en los animes. Además, queriendo emular siempre esa parte 2D, muchas veces acaban con un efecto bastante extraño, incluso llegando a ser desagradable en más de una ocasión. Precisamente por eso, temía que la historia se volviese a repetir en Belle. Para mi sorpresa, han llegado a conseguir un acabado bastante sólido y estético, a pesar de que en algunos momentos hay inconsistencias que pueden llegar a perturbar ligeramente al espectador. Además, sí que es cierto que esa imitación al 2D anime se puede llegar a apreciar,  habiendo momentos en los que parece que no estés viendo algo en CGI. Esta ilusión se ve beneficiada por una acertada mimetización de expresiones y estilo animado tan característicos en los animes. No obstante, hay momentos en los que se acaba abusando o exagerando en exceso, provocando así un choque que hace salir al espectador de la inmersión. Incluso hay momentos en los que pasa lo contrario debido a unos planos con una animación pobre y básica, hasta llegando a ser nula.

Con el diseño de U, creado por el arquitecto y diseñador londinense Eric Wong, sucede algo similar. Per se, este mundo virtual tiene un aspecto que podría recordarnos a la animación experimental, a la vez que a las películas o series de finales del milenio, motivadas por la innovación tecnológica e internet, que buscaban esa estética electrónica, digital y futurista. Por ejemplo, la cúpula del concierto nos puede recordar al Sector 5 de Código Lyoko, incluso tiene una abertura en la parte superior como en la serie. El quid de la cuestión aquí es la apariencia. En general, parece que estés viendo la interfaz de un programa 3D tipo CAD o SketchUp. Aunque también puede parecer un renderizado característico de esa época antes mencionada.  En ambos casos, si se busca transmitir esa idea de internet y el mundo virtual como antaño, quedaría plenamente justificado. Pero el problema es la inconsistencia, una vez más. Hay planos más refinados donde no se aprecia para nada este acabado “antiguo”, contrastando con otros completamente opuestos que parecen sacados directamente de la interfaz del programa.

«U»

El diseño de personajes en 2D es bastante estándar, correcto podemos decir.  Tiene algún detalle que ayuda, por ejemplo, a combinar el avatar creado para U con el personaje en la vida real. Esto ya queda explicado en la película, pero se hace más en referencia a las características internas de la persona y no tanto en su apariencia física. En el caso de Suzu es además físico, porque copia un detalle: sus pecas. Ya nos damos cuenta por cómo se nos muestra en la película que es un rasgo distintivo y con cierta influencia narrativa. En el diseño de Belle colaboró Jin Kim, un conocido artista de Disney que ha trabajado en Frozen y Enredados.  Sin embargo, creo que son más destacables los personajes diseñados para U. Aquí nos encontramos con un sinfín de posibilidades, ya que al tratarse de avatares cada uno puede ponerse como le venga en gana. Es en este lugar donde vemos la variedad posible de formas y diseños, que en algún caso, y como pasa con Suzu/Belle, tienen un significado. Visualmente, pueden recordar al desfile de Paprika por Satoshi Kon, con ese punto de masa de gente muy distinta entre sí.  Lamentablemente, acaban apareciendo un grupo de personajes que realmente son una especie de copia de los Power Rangers y no aportan mucha originalidad.

Belle

En cuanto al guion, nos encontramos varios problemas que dificultan la comprensión total de la obra, algunos detalles pequeños que acaban afectando como pellizcos y otros bastante más obvios. Por ejemplo, ya de base, contamos con que si el objetivo es reinterpretar La bella y la bestia, éste se acaba perdiendo. Se pierde en un vasto mundo donde hay muchas otras cosas que quieren ser protagonistas y que al final no se desarrollan lo suficiente, como es el propio mundo de U o la trama de los niños. Querer añadir el desarrollo de Suzu y combinarlo con la historia del maltrato, acaba dejando ambas a mitad de camino. No tenemos suficiente foco en nada y terminan colisionando unas tramas con otras, así que nunca llegan a desarrollarse de manera óptima. Incluso la propia historia de La bella y la bestia no consigue la fuerza necesaria como para mover la película, es decir, podría llegar a ser prescindible, porque al final se centra en la historia del maltrato. Además, son inevitables las comparaciones con la obra de Disney, ya sea por el baile como por los pequeños personajes en el castillo, incluso son sospechosas la gran cantidad de coincidencias entre ambas. Respecto a los  pequeños detalles que chirrían, tenemos un ejemplo en la manera en la que Belle se “bautiza”. A pesar de que el avatar se llama originalmente Bell, a raíz de un mensaje, que es literalmente un chico aleatorio en internet sugiriendo que el nombre de Belle quedaría mejor, mágicamente se cambia el nombre sin más explicación.

Pero es increíble como aun sin tener una animación o un guion perfectos, haya secuencias que lleguen a emocionar tantísimo. Y considero que aquí es donde entra el punto más fuerte de la película: la música. Obviamente tratándose de una película en la que la protagonista es una cantante, que el apartado musical no fuese bueno, ya sería lo último. Pero aquí se sabe crear muy bien una sinergia entre lo visual y lo sonoro, creando experiencias como en la última actuación de Suzu, que es realmente un espectáculo  con  una emocion muy especial. Hasta el diseño de U cambia, adaptándose a las necesidades de la canción, como si de un inmenso escenario se tratase.  Además de esta, el resto de canciones también son increíblemente bellas, con unas voces suaves pero profundas y acompañadas por melodías orquestales que erizan la piel. Y, finalmente, con la banda sonora no se quedan cortos, añadiendo leitmotivs que unifican todo el conjunto y sutilmente nos van guiando por la acción.

Transformación de Belle

En definitiva, a pesar de haber tenido bastante eco por los fichajes internacionales en la película, en esencia, se siente muy japonesa. Desde los personajes, que no son difíciles de encontrar similares en otros animes, por ejemplo la amiga de Suzu, es prácticamente una Tomoyo de CardCaptor Sakura; pasando por transformaciones típicas del género mahō shōjo, hasta sus pequeños momentos de humor, que hay alguno realmente muy divertido y original como el del juego de guerra. Precisamente por eso no se notan trazas de esa internacionalidad, que es algo que me sorprendió, pues yo esperaba encontrarme con un producto no tan típico. De igual forma, considero que la película, a pesar de no ser increíblemente deslumbrante y novedosa, merece la pena ser vista. Al menos para poder vivir esa experiencia tan especial, creada en  conjunto con la música y la imagen, y claro está, para que cada uno forme su propia opinión con respecto a ella.

 

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