LatCinemaFest. 3 (Carajita y 9)

Carajita. Silvina Schnicer y Ulises Porra (República Dominicana, Argentina) El sistema que desintegra el vínculo humano.

Como película de inauguración del  LatCinemaFest, se proyectará el 15 de marzo en Cinemes Girona, Carajita Con la presencia de los dos directores.

“El azar es caprichoso”. Con esta declaración arranca Carajita, un drama visualmente arrebatador que se encarga de fotografiar la germinación del abuso de poder entre clases. Esta es la segunda película dirigida por el tándem Schnicer-Porra, que en 2017 ya sorprendió con Tigre, un debut que causó sensación gracias a la virtuosa mezcla de lirismo y suspense. En esta nueva obra los autores trasladan su poética al siguiente nivel, logrando una atmosférica crítica social que no deja espacio al optimismo; un relato en el que, a raíz de un desafortunado incidente, se destaparán las entrañas del modus operandi con el que se retroalimenta la élite y su estatus.

El espectador será testigo de la pérdida gradual de la inocencia de la protagonista, Sara (Cecile van Welie), la hija menor de una poderosa familia dominicana; ella parece ser el único personaje que aún se resiste a comprender el significado de su “título” social. El paradójico descenso hacia la adultez de Sara es retratado desde la poética de lo íntimo; todas las secuencias, especialmente las que comparte con su niñera Yarisa (Magnolia Nuñez), gozan de una gran cualidad introspectiva, mimando el detalle. Pero lo que realmente fascina en Carajita es la naturalidad del equilibrio en la puesta en escena; la obra es capaz de combinar, armónicamente, tres estilos que por separado apuntan a direcciones bien distintas: una voluntad etnográfica que dialoga entre la ficción y el documental, una atmósfera cuyas pinceladas alegóricas transforman al salvaje paisaje en una figura más, y una decantación por la mirada cómplice, intimísima, tanto en los encuadres como en las interpretaciones.

Mención aparte merece la dirección de fotografía, que actúa como metáfora sobre la desigualdad de clases; la radiografía de la luz y sus contrastes, en una bella y significante apuesta por la oposición entre los tonos de piel, hacen de la noche y del día dos universos radicalmente incompatibles, tal y como sucede con la riqueza y la precariedad. El espectador también apreciará el buen gusto de los autores, que vacían parte de la trama en virtud del sentimiento, poniendo el foco en lo que realmente importa; denunciar un sistema que se nutre de unas diferencias con reminiscencias esclavistas.

Carajita pone de manifiesto el abandono del organismo policial y judicial hacia los más vulnerables, de cómo la sociedad y sus desaciertos son capaces de envenenar el vínculo humano más inocente y puro. Es un thriller cuya investigación “detectivesca” se omite y se mantiene en un gran fuera de campo, pero que es muy capaz de transmitir la mirada desconfiada de la pobreza hacia el poder. Carajita empieza lamentando lo caprichoso que puede llegar a ser el azar, aunque el espectador no tardará en descubrir que la casualidad, por muy antojadiza que sea, resulta insignificante ante un abuso de poder sistemático, doméstico; perfectamente asentado.

 

9. Martín Barrenechea y Nicolás Branca. (Uruguay) Lo que no te cuentan los medios

Quién vea 9 y no haya naufragado en una isla durante los últimos diez años, podrá fácilmente recordar la bomba mediática que estalló por el famoso mordisco del también delantero uruguayo Luis Suárez. En esta ocasión, los directores Martín Barrenechea y Nicolás Branca nos ofrecen el privilegio de vivir el punto de vista de la estrella, y no del público o la prensa.

La nueva sensación del futbol uruguayo, Christian Arias, se encuentra cabizbajo en la sala vip de un lúgubre aeropuerto; aislado, espera a su padre para salir escoltado y regatear a una aglomeración de periodistas hambrientos, que le asedian a raíz de la escandalosa agresión que cometió recientemente en la cancha. Cuando jugador, padre y mánager logran escapar de la emboscada y entran en su lujoso coche, Christian se posiciona en el asiento trasero del vehículo, siendo esta una clara metáfora del conflicto que se repetirá a lo largo del film; es en ese asiento tan alejado del volante donde permanecerá decaído, olvidado, escuchando largas e interesadas conversaciones telefónicas que sus representantes negocian sin tenerle en cuenta. Así, in media res, los autores inician el relato emplazando al público hacia un mundo gris, hermético, reflejando la desbordada vida de Christian, que paradójicamente se encuentra sumergida en un profunda estasis emocional.

La acción sucede en una lujosa comunidad fuertemente protegida, esa clase de barrios que habitan las altas esferas donde parece que nunca ocurre nada; piscinas infinitas con barra de bar incluida, televisores de plasma que no cabrían en nuestros salones y el mal gusto por el exceso encubierto por un diseño falsamente minimalista. Allí, desde el balcón de una moderna mansión “cuidada” al detalle, Christian contempla el vacío al que toda la presión mediática y mercantil del futbol le ha sometido. Y en ese contexto también se encuentra su padre Óscar, quien representa la cara más sombría del deporte de élite, tratando a su hijo como un simple producto a inflar para vender al mejor postor. Relegado a un segundo plano doméstico, tal y como el eficiente trabajo de cámara se encarga de acentuar, Christian deberá emprender un viaje personal y sincero para comprender su lugar en el mundo y el destino al que quiere llegar.

Otra virtud de la obra consiste en el tratamiento de los personajes que rodean al protagonista; un mosaico que la puesta en escena captura sin ornamentaciones innecesarias. Los autores se decantan por incidir en la fragilidad de la burbuja en vez de continuar el discurso fantástico de los medios, que suelen vender una imagen muy idealizada de la vida de las estrellas a la sociedad.

La película es una constante reflexión de cómo se representa al fútbol desde dentro y desde fuera, dejando lo deportivo fuera del encuadre, devaluando la reputación del deporte “rey” para hacernos entender que, ahora más que nunca, el público vale menos que la imagen. 9 parece ser un gran carnaval financiado por su protagonista absoluto, el “nueve” Christian, aunque este nunca se encuentre en la lista de invitados.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *