Punto de vista. 2023. Festival Internacional de Cine Documental de Navarra
Prosigue el festival con los programas de Sección Oficial, Focos, Lan y X Films, con la intención de crear un espacio de acercamiento entre cineastas y espectadores entorno al documental y cualquier tipo de género vinculado a la no ficción. Una de los aspectos que he podido apreciar ha sido la aproximación al concepto de estética didáctica y la inclusión de la literatura en el cine sin sentirme parte de una institución académica.
Ha sido realmente gratificante presenciar las diferentes presentaciones de las películas de estas secciones en espacios reducidos, intimistas, con un público conectado y dispuesto a comprender, algo que no he experimentado en festivales de un carácter más mercantil y expuesto al modo artístico de producción.
Me ha confrontado personalmente en varias ocasiones, el contacto y la conexión del cine con las diferentes culturas desde el voyerismo individual. De alguna forma, me ha hecho comprender en diferentes películas desde qué lugar observo el método de hacer cine en distintos contextos y realidades.
Para centrar estas reflexiones, destacaré dos películas de las que nacen estos pensamientos. Dentro del programa de Lan, capta mi atención una película por mi incapacidad de acordarme del título y tener que mirarla cada vez que intento organizar la programación. Se trata de Y arquitectura un sueño de palmera de Patxi Burillo. La película trabaja un paisaje en transformación a través del tiempo y de las personas, concretamente de la ermita de San Baudelio de Berlanga, situada en la provincia de Soria. El concepto de espacio puede cobrar infinitas formas dependiendo de aquello que lo habite, pudiendo ser esto intangible. Mediante imágenes, texturas, voces y sonidos procedentes del mismo lugar de la ermita, en diversos momentos, articulamos el imaginario para la creación de diferentes dimensiones en un único paisaje.
Al ver estas piezas, me quedo especialmente con el hecho de que existe la posibilidad de trabajar bajo un método fuera de lo prescrito, con una producción / recursos limitados y que, poco a poco se vaya invitando al espectador mediante estos espacios, a creer en esta forma de ver y comunicar.
Sigo con una sesión del programa Sección oficial, la película nos traslada a Bruselas, Bélgica. Éclaireuses de Lydie Wisshaupt-Claudel nos adentra en una pequeña escuela situada a pie de calle, invisible para muchxs, que acoge a niños, frecuentemente hijas e hijos exiliados o refugiados que nunca han sido escolarizados y que luchan por formar parte de un ente llamado “sociedad académica”. La presión por el constante vaivén de imprevistos, obliga a Marie y Juliette a reinventarse y concentrar hasta la última gota de su energía en sacar adelante un espacio que confronta el sistema académico y la institución.
Una película que personaliza la inteligencia, la incertidumbre, el coraje y infinitas realidades que somos incapaces de ver durante nuestro día a día, a pesar de tenerlo tan presente, o haberlo tenido en algún momento en nuestras vidas cuando pasamos por la escuela. De alguna manera, la película permite abandonar este sentimiento agridulce con el que acompañamos a los personajes durante 90 min, para transformarlo en un culminante suspiro de fuerza y esperanza.
Cada vez podemos hacer más visible la influencia de la infancia en el cine contemporáneo, a través de la nueva ola del género documental y cine experimental en salas más acordes al contentido que se necesita propulsar. En efecto, creo que es una incansable búsqueda la forma de incluir el pensamiento y la comprensión del universo a través de los ojos de una niña o un niño, sin duda un laborioso trabajo realizarlo bajo el hechizo del cine, pero también el sistema más efectivo para crear distanciamiento visual entre el adulto y el infante y trazar un camino de comprensión mutua e individual en este largo viaje que es la vida. La propagación de este germen estético está haciendo posible nuevas formas de acercarnos mediante la imagen a una realidad con la que durante mucho tiempo no nos hemos sabido relacionar y poder mostrarla cada vez más abiertamente.
Finalmente, me gustaría hablar de una de las últimas piezas que tuve el placer de ver proyectada en 8 mm hinchado a 16 mm. Me gustaría transmitir la delicadeza con la que pienso su nombre en estas palabras. Historia de una segadora de Fukuda Katsuhiko es una película rodada en Japón en el año 1985. La abuela Someya (así es como decide llamarla Katsuhiko), nace en 1899 en Meiji. Se dedicaba al cultivo de las tierras reservadas para la construcción del aeropuerto de Narita. Someya decidió irse a vivir sola a partir de unos conflictos familiares. La película se divide en diecinueve capítulos en los que la abuela Someya explica la dureza de la vida y todos los impedimentos que ha sufrido hasta llegar a Sanrizuka, su templo y su Edén. Cuenta la historia de sus hijos ya fallecidos, de su marido y de su tortuosa relación con él, realidades cotidianas, sueños y memorias con un dolor y un anhelo del tiempo que ya ha pasado o que nunca fue. Una fantástica ilustración del comienzo de un nuevo concepto del documental japonés, en el que se centra en lo personal y se aleja sutilmente de la comunidad y la sociedad.
Me detengo en este conjunto de pensamientos articulados, con una serie de conceptos aleatorios para proponer un acercamiento a la reflexión, acompañados con una serie de imágenes que me han llevado a comprender el impacto de una nueva era. Espera, aproximación, concentración, no-lenguaje, punto de vista y transformación.