El cine según Bela Tarr

La película Sátántangó (El tango de Satán, 1994), cuenta con 439 minutos de duración. Sin los créditos iniciales, los créditos finales y los 12 títulos que introducen cada capítulo de la película, quedan 425 minutos de metraje. Estos 425 minutos se dividen en 156 planos. Si hacemos una media, cada plano se dividiría en, algo más, de dos minutos y medio. En las películas actuales de Hollywood, cada plano dura dos segundos y medio.

Siento la necesidad de escribir sobre Béla Tarr. Es alguien del que ya se ha hablado mucho. Es aterrador enfocarme en triviales comparaciones con gente mucho más leída y versada en la escritura que yo, un simple cineasta en ciernes, cuya alma es atormentada por cierto maestro húngaro en el arte del “Slow Cinema” y, del cine en su inmensidad. No pretendo hacer creer al lector que mi visión es la más afinada ante la obra de este gran cineasta, ni mucho menos, solo pretendo desarrollar las razones por las que un joven, normal y corriente, consumidor promedio de redes sociales, se siente atraído hacia un tipo de cine tan alejado a los estándares actuales.

 

Béla Tarr

Director húngaro, reconocido por su estilo único y contemplativo, ante una sociedad sumida por la vorágine de la superficialidad y las altas velocidades, se erige como un crítico feroz ante la cultura contemporánea. 

 

La Estética en la Lentitud

Distanciándose deliberadamente de la estética que puede generar la velocidad en el cine actual, Tarr arremete contra el espectador a través de largos planos secuencia. Invitándolo a sumergirse en el detalle y complejidad de las situaciones. Haciendo del propio tiempo, un elemento activo dentro de sus películas. Hay planos que, no solo creo no poder olvidar en mucho tiempo, sino que ganan poso en mi alma (si esta existe) con el pasar de los días, asentándose poco a poco, cada vez más, en las profundidades de mi mente. Con el bombardeo de imágenes que sufrimos durante nuestro día a día, a través, mayormente,  de las redes sociales, Tarr consigue que sus conceptos calen de verdad, por lo menos en mí, superando con creces esta capa de superficialidad a la que estamos expuestos en todo momento. 

 

Desmitificando la Tecnología

Las obras de Tarr exploran la relación entre la humanidad y la tecnología de manera reflexiva, evitando la glorificación acrítica de la innovación. En lugar de abrazar la modernidad como una panacea, Tarr destaca las consecuencias de la dependencia desmedida a esta, revelando las grietas de la conexión humana y la alienación resultante. Desmitificando la tecnología y adoptando una postura crítica ante la conectividad constante, en un mundo obsesionado con ambas.

Sátántangó (1994)

 

La Crisis de la Atención

La capacidad de concentración entre las nuevas generaciones, es cada vez menor. Los últimos estudios demuestran, que la capacidad media de una persona observando una pantalla, es de 47 segundos. Existe un “ejército” entero diseñado para mantener y captar nuestra atención cada vez con estímulos mayores. Ante esta problemática, Tarr presenta un enfoque narrativo desafiante, invitando al espectador a sumergirse en la trama por completo. El tiempo que transcurre alrededor de sus personajes es donde hay que focalizar nuestra atención, cada pequeño detalle determina la comprensión de la obra y la reflexión. El entendimiento, recaen en el peso del tiempo de cada individuo.

 

Existencialismo Humano
Alejándose de las representaciones superficiales y efímeras, predominantes en la cultura popular contemporánea, Tarr busca explorar la esencia de la existencia humana. Sus personajes, enfrentados a circunstancias desafiantes, permiten una contemplación profunda sobre la condición humana. Desde la alienación y soledad como en Family Nest y The Outsider, hasta la lucha por sobrevivir en un mundo cada vez más deshumanizado, como en El hombre de Londres o El caballo de Turín, sus historias se centran en vidas de personas comunes, logrando una cercanía y humildad escasas hoy en día.

La condena (1988)

 

Conclusión

El enfoque único de Béla Tarr, desafía las convenciones narrativas y estilísticas, subrayando la importancia de la diversidad y singularidad, en un contexto actual, donde se tiende a una homogeneización y a estandarizar la expresión artística.

A continuación, dejo una breve reflexión sobre el significado e importancia que le atribuyo a este medio, capaz de transmitir todo tipo de emociones, y de mostrar todo tipo de arte: 

El cine no reproduce ni capta la realidad, sino que es un mapa imperfecto de la mente, del inconsciente, del alma (si esta existe). El cine es un artefacto psíquico que nos induce una fantasía en un estado de vigilia, que luego vivimos como un pensamiento dramatizado. El cine, parafraseando a Carl G. Jung, aborda todos los deseos, impulsos e intenciones; todos los pensamientos racionales e irracionales, conclusiones, inducciones, deducciones y premisas, y toda la variedad de sentimientos.

 

Bela Tarr posando junto a sus películas piratas en un rincón cinéfilo de Perú.

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