Nuestras películas del 2024

Como en años anteriores, recogemos algunas de las películas que llamaron más la atención de lxs colaboradorxs de la revista. Ni las mejores, ni las más conocidas, simplemente las que cada unx quiere compartir de todas las que vio a lo largo del año. Una selección compuesta por: La Quimera; Girls will be Girls; La virgen roja; La sustancia; Jurado Nº 2Paucartambo.

La Quimera de Alice Rohrwacher

Un viaje lírico a través de la memoria y la obsesión.

Alice Rohrwacher lo hace de nuevo. Con La quimera, la directora italiana eleva el cine a un plano casi poético, donde la nostalgia, la humanidad y el tiempo se entrelazan desenlazando en esta gran película.

La historia gira en torno a Arthur (interpretado por Josh O’Connor), un saqueador de tumbas inglés con un poder sobrenatural: encontrar lo que yace perdido en la tierra. Arthur persigue su quimera, su obsesión, entre las tumbas etruscas que saquea. Una obsesión del amor que ha perdido, y un pasado que se le escapa entre los dedos.

Con este planteamiento, Rohrwacher teje un relato sobre el tiempo, la identidad y las heridas que la modernidad infligen al alma. El tono de la película es una mezcla de realismo mágico y crudeza terrenal, evoca el universo ya característico de la directora, pero aquí alcanza nuevas cotas de sofisticación. La quimera no solo muestra una Italia rural atrapada entre tradición y modernidad, sino que se convierte en una aguda meditación sobre el capitalismo. Una crítica a los tombaroli y al valor que se le da a las obras invalorables.

La música, a cargo de Carlo Cresti, complementa la narrativa con una banda sonora que fluctúa entre lo folclórico y lo etéreo. En momentos clave, el sonido se convierte en un personaje más, subrayando la emotividad sin caer en el sentimentalismo.

La quimera trasciende al cine para convertirse en una experiencia auténtica y profunda. Alice Rohrwacher, con su visión única, construye un universo donde lo intangible y lo real se entrelazan. Una obra destinada a perdurar en la memoria de la historia del cine (o al menos en la mía). Aferrarse al pasado puede matarte,  avanzar parece imposible cuando todo lo que eres ahora tiene sus raíces en lo que ya ha sido.

Vivan las narices grandes en el cine.

                                                                                                                                                                                                                         Pol Alba

 

Girls will be girls de Shuchi Talati

En una pequeña región de la India, Mira, una joven de 16 años emprende un viaje hacia la madurez, descubriendo el deseo y el romance.

Esta es una breve sinopsis, pero la película no es un simple “coming of age” más. La directora novel Shuchi Talati se adentra en la complejidad de la adolescencia femenina en una sociedad opresiva y patriarcal, donde hay que seguir las normas establecidas por los hombres.

Mira es lo que podríamos llamar “la alumna perfecta”, con un expediente académico impecable, de sobresaliente, en parte impulsado por su madre, Anila, quien fue alumna del mismo instituto. Pero todos sus logros académicos se ven interrumpidos por la llegada de un alumno nuevo, Sri, quien se convertirá en el primer amor de Mira.

Este romance, termina llevando a una exploración del despertar sexual de la joven de 16 años. Anila es conocedora de esta relación, ya que Mira no intenta ocultarlo, e incluso en varias ocasiones, invita a su novio a casa.

La directora explora la relación madre-hija al mismo tiempo que explora el pasado-presente, o si lo llamamos de otra forma, explora la tradición-modernidad. Durante la cinta, la madre de Mira se entromete en la relación de su hija constantemente, llegando incluso a dormir en la misma cama que Sri. Pero no lo hace con el objetivo de molestar, sino que vemos en ella un deseo de recuperar su propia juventud, que fue reprimida, marcada por unas normas de género y limitaciones sociales, teniendo que dedicarse a ser ama de casa y ser dependiente de su marido.

Además de tratar otros temas como la violencia, a través del comportamiento de los chicos compañeros del instituto, como la escena donde persiguen a Mira mientras tú te vas quedando sin respiración por lo claustrofóbica que resulta; o los numerosos comentarios que hacen sobre otras compañeras. Talati consigue narrar no sólo el paso a la madurez con Mira, sino que también lo hace con Anila, poniendo a prueba las normas establecidas en una sociedad llena de tabúes.

                                                                                                                                                                                                    Lucía Vicente

 

La Virgen Roja de Paula Ortiz

Dos mujeres caracterizadas de los años veinte, vestidas de negro, bailan sin mirarse a la cara, pero una claramente es la que dirige el compás del baile. Este fue el primer estímulo visual que recibí cuando vi el póster por primera vez. “Basada en la historia real de Hildegart Rodríguez”, es lo segundo que capturó mi atención, no tenía ni idea de quién era esa tía, pero la peli pintaba guay.

La Virgen Roja, parte de una historia real fascinante: En medio de la Segunda República en España, una mujer se propone crear a su propia supermujer, como diría Nietzsche, y educar a su hija para ser la próxima mujer del futuro. Así, con tan solo 16 años, alcanza una repercusión mediática en toda Europa por su pensamiento progresista y feminista. Pero el molde en el que su madre la quería hacer encajar, no era lo suficientemente duro para retener a la adolescente y decide acabar,  a sangre fría con tres disparos, con la vida de su hija a los 18 años.

Podrían haber caído fácilmente, en un drama de época español, semejante a un telefilme, como puede ser Las chicas del cable, que, no voy a engañaros, me cambió la vida con 14 años, pero que es un producto de consumo más: Melodramatismo en los diálogos, ambientación de arte más teatral que realista, muy poca presencia directoral. Indudablemente, este filme cae en alguno de los clichés, como los anteriormente mencionados, pero la directora Paula Ortiz, consigue que este dramatismo case de manera muy eficaz con su manera de narrar tremendamente clásica. En la última secuencia, tienes que aguantar la respiración (metafóricamente) por el poder visual y la emoción, sin recurrir ni una mísera línea de diálogo. Me recordó a John Ford y su también última escena inolvidable de The sun shines bright (El sol siempre brilla en Kentucky, 1953).

Quiero destacar la brillante actuación de Najwa Nimri, que estaba destinada a hacer este papel, y mi sorpresa particular, Alba Planas, una actriz que conocí por Skam España, una web serie de internet que seguía obsesivamente en 2017, y la verdad, que no tenía mucha fe en verla en un papel así de serio. Con un papel protagonista que la obliga a expresarse de una manera madura y segura, tenía una misión difícil, hacerme creer que era la persona más inteligente de su tiempo. Y honestamente lo ha cumplido. Su manera de actuar ha mejorado una barbaridad, pero sobre todo su manera de vocalizar y su tono de voz.

Celebro que en esta época donde las películas de “autor” son, o naturalistas contemplativas, o contienen un tono experimental que se guían más por las sensaciones sin tener tramas concretas, que se hagan  películas de estructura narrativa tan simple, pero con un mensaje potente. Se necesitan más películas simples y bien hechas en el cine español, y si las hacen mujeres, mejor.

                                                                                                                                                                                              Claudia Menaches

 

La Sustancia de Coralie Fargeat

He de reconocer que no soy un consumidor para nada habitual de cine gore. Nunca había sentido ninguna curiosidad sobre este género. Pero cuando salió La Sustancia de Coralie Fargeat, pensé en darle una oportunidad a la que se me planteó cómo la película del año.

La película consigue lo que se propone desde el principio, una mezcla de terror, body horror, con toques de comedia negra; junto a un mensaje reivindicativo y la búsqueda de la eterna juventud.

La premisa es “sencilla”, una estrella en decadencia, Elisabeth, a la que quieren sustituir por una versión más joven que ella recurre a una droga llamada “la sustancia” para crear una copia de sí misma pero más joven, Sue, y así poder seguir con su carrera de modelo.

El guion funciona bien y va desarrollando el conflicto entre Elisabeth y Sue, hasta llevarlo a las últimas consecuencias. Tiene un final atrevido, que rompe los moldes establecidos por la película, que a pesar de ser un poco excesivo, creo que funciona.

La película lleva una tesis encima que aun siendo la génesis de la película, en mi opinión, peca de ser poco elegante. Y es que se nota que Fargeat ha antepuesto el mensaje del film por delante de todo.

Cuando la película revela ya por completo lo que es, una crítica satírica de la hipersexualización del cuerpo de la mujer, acaba siendo un cascarón vacío, porque más allá del mensaje, no hay mucho más. Sacrifica el desarrollo de sus personajes a cambio del mensaje. Sabemos qué le pasa a Elisabeth, sabemos por qué está así, pero no la acabamos de entender por qué no la conocemos. No entendemos por qué Elisabeth, teniendo toda la experiencia que tiene no la aprovecha, va al mismo trabajo, con el mismo jefe cabrón y hace exactamente el mismo papel, pero ahora como Sue.

Respecto al gore he de decir que no me resultó demasiado impactante, me dio más asco ver pinchar una jeringuilla que la escena final donde hay vísceras y sangre a mansalva. En mi opinión, creo que el gore y las drogas sirven más como un telón de fondo para contar lo que Fragear quiere explicar, que como un verdadero tema protagonista de la película.

Demie Moore en el papel de Elisabeth, cumple con creces. A sus 62 años se atreve con una película que la deja muy expuesta y que resuelve magníficamente. Destacar en especial la escena del espejo antes de la cita, donde concentra todo el mensaje del film.

Margaret Qualley por su parte consigue su propósito en la película, interpretar una cara bonita sexualizada y poco más.

En resumen, La substancia toca un tema inherente al ser humano, la búsqueda de la eterna juventud, la piedra filosofal, pero sumando una fuerte crítica a la industria patriarcal que vende al público un expositor de trozos de carne para los hombres y unos estándares inalcanzables para las mujeres.

                                                                                                                                                                                                                Nil Casares

 

Jurado Nº2 de Clint Eastwood

La justicia es ciega. La culpa lo ve todo.

Clint Eastwood vuelve a demostrar porqué es considerado un peso pesado de la vieja guardia de Hollywood con Jurado Nº2, una obra simple en su puesta en escena, pero de una gran complejidad moral que reta al espectador a replantearse qué es la justicia, y donde dibujamos la línea que separa al inocente del culpable.

En este drama judicial seguimos a Justin Kemp, un hombre simple que nos recuerda al clásico hombre de familia americano, el cual es convocado a juicio como parte de un jurado popular respecto a un caso de homicidio. Todo parece seguir su curso hasta que, en su primera sesión como jurado, Justin se percata de que el hombre acusado es inocente, pero un dilema moral le impide revelar quién es el verdadero asesino.

Eastwood nos pone entre la espada y la pared con esta situación, colocando a su protagonista en una posición crítica que tratará de navegar en el transcurso de la historia. Sin embargo, Jurado Nº2 en su corazón no es una película sobre alguien tratando de esconder sus huellas, sino un hombre batallando con su propio sentido de la justicia.

La película está repleta de giros y situaciones que juegan a favor de crear esta escala de grises que refleja la complejidad de un juicio y del peso que conlleva decidir el destino de una persona. Difumina las líneas morales, huyendo de los blancos y negros que acostumbran a mostrarse en otros dramas judiciales, optando por una vía en la que el espectador se ve obligado a convertirse en juez y determinar que desenlace sería el más apropiado.

Un pensamiento que me acompañó durante toda la película fue la idea de que no recordaba la última vez que me encontré en una situación de completo desconocimiento de cómo sería el final. A menudo se puede discernir qué bando saldrá victorioso o cómo terminará la historia, siendo el viaje la parte que queremos explorar, sin embargo, con Jurado Nº2, Eastwood nos mantiene en vilo, otorgando a ambos bandos argumentos más que válidos hasta que la respuesta deja de ser qué está “bien” o qué está “mal” y pasa a ser, qué es lo más “justo”.

La película cuenta con un excelente cast de actores, la mayoría veteranos de la industria que han saltado a la oportunidad de trabajar con el legendario director, destacando entre ellos Nicholas Hoult como protagonista, presentando una actuación poderosa que transmite el dolor y el peso de un dilema moral de tal magnitud con una excelencia arrolladora.

El autor tuvo una recepción pobre en su previa obra Cry Macho (2021), pero con Jurado Nº2, Eastwood, ha demostrado una vez más que es digno de ser considerado como uno de los grandes directores de Hollywood, sumando a su filmografía una gran obra que sería más que digna, si fuera el caso, de cerrar su gran carrera como director.

Con 94 años, Harry el Sucio lo ha vuelto a hacer.

                                                                                                                                                                                                  Miguel Á. Beltrán

 

Paucartambo de Michael Net y William Bustos

Los directores William Buston y Michael Net se situaron en Paucartambo, un distrito ubicado en Cuzco, Perú. Es importante, queridos lectores, que también los ponga en contexto: en Perú aún prevalecen —sobre todo en los pueblos de la sierra y Amazonía— las leyendas, los mitos y las deidades místicas.

Un documental que retrata el proceso de las fiestas patronales en Perú, que en su mayoría duran más de tres o cuatro días. La fiesta patronal de la Virgen del Carmen no es una excepción, ya que representa una fascinante mezcla de lo místico andino y el sincretismo religioso. Este proceso es acompañado por la narración en voz en off de Augusto Casafranca, quien guía al espectador a través de la festividad, rompiendo en ocasiones con las formalidades y jugando con frases y palabras locales que aportan dinamismo a la historia.

La devoción se refleja especialmente en los danzantes, quienes tienen un papel central en la preservación de esta tradición cultural. Su rol y protocolo durante la festividad destacan la importancia de mantener viva la devoción a la Virgen del Carmen, transmitiéndola de generación en generación. Aunque el desarrollo de la fiesta sigue una estructura, esta no es del todo formal, pues está impregnada de misticismo. El documental captura esto magistralmente en su montaje, logrando sumergirnos en la representación del universo místico andino.

Las imágenes de los danzantes, junto con pequeños testimonios, aportan autenticidad a la narrativa. Además, el acompañamiento musical de las bandas patronales y los sonidos ancestrales refuerzan esta conexión con lo sagrado, siguiendo un proceso claramente sincrético.

Recomiendo ampliamente este documental, aunque puede resultar un poco difícil de seguir al principio si el espectador no tiene noción del contexto. Aseguro que es una obra que refleja y sumerge al público en la cultura autóctona andina. Personalmente, aprendí más sobre Perú y me sentí profundamente identificada con los hechos que se retratan. Ahora les comparto esta experiencia para que descubran una nueva visión de lo que acontece en otras culturas.

                                                                                                                                                                                         Fatima Liliana

 

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