Berlinale 2024. Algunas joyas en un bosque de polémica

 

Ahí estaba yo hace un par de semanas de nuevo en Berlín, sin saber muy bien si había vuelto por la Berlinale o para recorrer día sí y noche también los nebulosos bares que se despliegan por los barrios periféricos del centro. El primer día que pisé la ciudad me quedó claro, pero supuse que también tendría que ver alguna que otra película (más que nada para no tirar la acreditación a la basura y porque a mi parte masoquista le encanta meterse 10 horas de pelis entre pecho y espalda).

Mi recelo con el festival venía de la experiencia que tuve el año pasado; ver tres películas seguidas sin diálogos tumban a cualquiera. La línea del festival me quedó clara vaya, y siendo este el último año de mandato de Carlos Chatria me esperaba un poco lo mismo o incluso peor. Entiendo que es complicado armar un festival de primera clase con las sobras de Cannes, pero de entre esas migajas siento que la Berlinale no escoge sus mejores cartas. Aun así, yo venía con muchas ganas de ver la sección de cortos, los cuatro que pude ver me dejaron completamente enamorada. En este caso sentía que la Berlinale tenía la mano ganadora respecto al resto de festivales y pensaba verlos todos. Aunque de ellos hablaré en un artículo a parte para poder dedicarles el espacio que merecen.

Está claro que este año el festival ha estado marcado por la polémica. El no posicionamiento de la Berlinale frente al genocidio palestino fue sin duda la peor de las posiciones. Si el cine es político, un festival de cine debe serlo el triple, independientemente del gobierno del país y sin olvidar que no pronunciarse sobre el tema e intentar invisibilizarlo es una posición política contundente y detestable. Así pues, la hipocresía estaba servida, películas israelís proyectadas al mismo tiempo que cortos sobre la guerra de Ucrania en un festival que se considera a sí mismo apolítico.

Ah, y si el cine es político, una crónica sobre un festival de cine debe serlo también, claro está 🙂

Vayamos por fin a las películas, va. Entre los diez días que estuve pude ver 20 películas entre que salía de un bar y entraba en otro, y aunque por lo general se seguía vislumbrando la línea del festival, algunas películas me sorprendieron gratamente.

De la Sección Oficial mi favorita sin duda fue L’Empire de Bruno Dumont, ganadora del premio del jurado y mi sorpresa del último día. Se trata de un sci-fi tipo Star Wars pero con humor francés (suena a una terrible combinación pero resulta que en la película sale bastante bien). Imaginad que la lucha entre el bien y el mal del universo no se da en planetas perdidos de la galaxia sino en un pueblo de pescadores de Normandía. En este caso son dos especies de extraterrestres, una más tonta que la otra, que se disputan la vida o la muerte de la raza humana; una lucha en la que los propios humanos poco o nada tenemos que ver. Un humor bastante absurdo en el que destaca una pareja de detectives maravilloso que no se entera de nada y que contrasta con las chulísimas naves espaciales en forma de catedrales renacentistas. Todo bien y muchas risas entre el público, toda una anomalía para la Berlinale.

También disfruté mucho de La Cocina, la última película de Alonso Ruizpalacios, con una fotografía impecable y un Nueva York en blanco y negro tan cliché como extraordinario. La película muestra lo que esperas de una cocina grande de un restaurante medio pijo de Nueva York: mucho estrés, muchos gritos, mucho inmigrante buscándose la vida, muchos gritos y muchos gritos. Y aunque sus personajes no acaben nunca de caer demasiado bien, tiene un plano secuencia espectacular que hace que todo valga la pena.

 

Por último, merece la pena mencionar A Different Man de Aaron Schinberg, ganador del premio a mejor actor por la interpretación de Sebastian Stan. No voy a mentir, es un poco como el capítulo de Los Simpsons en el que Mou se vuelve guapo, con todos los dilemas sobre la belleza y el mundo interior que ello conlleva, pero de A24. Como todo high concept, la película se va perdiendo en la segunda mitad, pero no deja de ser entretenida y bastante divertida. Te molará si te gusta A24, los personajes desgraciados y las tramas un poco meta, un buen combo sin duda.

A Different Man de Aaron Schinberg

Entre las sesiones especiales tuve la suerte de poder ver las películas de Tsai Ming Liang y su monje lento, Nicolas Philibert y sus dignificados pacientes y Rose Glass y su Kristen Stewart completamente desatada y maravillosa.

Abiding Nowhere es tal cual lo que he dicho: un monje caminando lo más lento que su cuerpo le permite sin caerse en planos de 20 minutos en los que el pobre no avanza ni un metro. Parece que lleva diez pelis haciendo esto en ciudades distintas, esta vez en Washington. Sin duda lo más interesante fue el Q&A posterior en el que Tsai reflexionaba sobre su aportación al cine más allá de lo narrativo y sobre cómo el espacio de sus películas es una sala de cine y no un museo. Todo se resume en reivindicar nuestra actual incapacidad de contemplar un cuadro durante veinte minutos, desafiarnos y sonreírnos desde su simpática superioridad intelectual. Es tan majo y responde tan bien todas las preguntas que soy incapaz de criticarlo más allá de eso.

At Averroès & Rosa Parks del inigualable Philibert de Ser y Tener es un canto a humanizar a los pacientes de un psiquiátrico y sus preocupaciones. Su forma es bastante sencilla: pacientes con sus psiquiatras hablando de lo que les preocupa y cómo se encuentran. Todas parecen ser sesiones corrientes, de las que tienen cada día, pero en todas ellas se percibe una vulnerabilidad tan aplastante que resulta casi obsceno estar ahí presentes. Philibert vuelve a colocar la cámara delante de gente que para el resto del mundo no existe, encerrados en sus psiquiátricos y pisos tutelados, dándoles como solo él sabe la voz y la dignidad que merecen.

Nicolas Pnhilibert y el equipo de At Averroès & Rosa Parks

Y Love, Lies, Bleeding es básicamente lo que esperábamos de ella: mucho love, algunas lies y mucho bleeding. Una película divertida y violenta al más puro estilo Tarantino, con toques fantásticos y una Kristen Stewart espectacular. No hace falta decir mucho más para que la gente quiera ir a verla, simplemente vayan y disfrútenla (de nuevo, de A24).

Me dispongo a mencionar también algunas joyas de la sección panorama, sin duda una de mis favoritas desde que el año pasado pude ver After de Anthony Lapia. Este año había unas cuantas propuestas fuertes, la más esperada seguramente fuese otra de las tantas películas de Afucking24 del festival, I Saw the Tv Glow de Jane Schoenbrun, y que sin duda ha cumplido todas nuestras expectativas. Me cuesta hablar sin spoilers porque la película no hace más que mejorar hasta un final completamente desgarrador del que por supuesto he escrito largo y tendido en mi Letterboxd ;). Lo que parece una historia de adolescentes incomprendidos que encuentran su refugio en una serie de tv se convierte poco a poco en algo mucho más oscuro y adulto. Qué pasa cuando una serie de tv te parece más real y atractiva que la vida real, cuando sientes que unos personajes son más cercanos que tus compañeros de clase o tu propia familia. Y qué pasa cuando esa desilusión con el mundo no desaparece. Pues todo eso, unido a toda la estética noventera, a Phoebe Britges en la banda sonora y la genial interpretación de sus protagonistas Brigette Lundy-Paine y Justice Smith, la convierten no solo en una de las mejores películas de la Berlinale sino una de mis favoritas de este año.

Como una amante de todo el cine punk y underground, no puedo evitar hablar de The Visitor de Bruce LaBruce, quizá la película más irreverente del festival. Esta adaptación pornográfica de Teorema de Pasolini nos crea de nuevo de la ilusión de corromper a la familia burguesa tradicional, católica -y británica en este caso- a través de un visitante extraño que consigue seducir a todos los miembros de la familia y conducirlos a una libración sexual desatada y muy muy explícita. Las escenas escatológicas, incestuosas y sacrílegas se complementan con mensajes de propaganda que politizan el mensaje de la película. Así pues, el padre modelo de esta familia tradicional es penetrado por un enorme dildo en forma de Jesús (el que protagoniza el poster) con un “Let Jesus Fuck You” de neón y otros mensajes como “Make Incest no War” apareciendo cada tanto sobre la imagen. Todo esto en clave de humor y con unas actuaciones tan exageradas que hacen que lo pases muy bien al principio y te acabes aburriendo un poco al final. Aun así, una experiencia curiosa y casi religiosa en una sala de cine llena de críticos y algún que otro abuelo que sin duda la gozó hasta el final.

 

Para acabar con esta sección, aunque me quedo con unas cuantas en la recámara como la tierna Jane Planet, quiero hablar de la apasionante Every You Every Me de Michael Fetter Nathansky. La historia empieza fuerte cuando le dicen a la protagonista que calme a su marido al que le ha dado un ataque de pánico en el trabajo y cuando llega nos encontramos un enorme toro en medio de una sala de máquinas. Lo calma y en un abrir y cerrar de ojos (en este caso en un plano-contraplano) el marido es ahora un niño pequeño al que tiene que consolar tras una rabieta. Sale de la sala a pedir disculpas a sus compañeros, estos disculpan a ese niño de 12 años y se despiden de quien es de repente un hombre adulto hecho y derecho. La película usa un recurso inteligentísimo e increíblemente cinematográfico para hablar sobre las dificultades de amar y acompañar a cada una de las partes que conforman a nuestros seres queridos (y que nos conforman a nosotros) y cómo lidiar con ellas cuando el amor que les tienes va menguando. Esta película es preciosa.

Y por último, cómo no hablar de The Human Hibernation de Anna Cornudella, una de las encargadas de representarnos en el festival, dentro de la sección Forum. Si antes hablábamos de un sci-fi atípico por su humor, esta vez lo haremos por su propuesta extremadamente naturalista y observacional. El título lo dice todo. Observamos una sociedad en la que no hay sociedad como tal, los humanos somos unos animales más y convivimos con el resto como iguales, comemos, nos reproducimos entre todos, pululamos por las montañas y las casas invadidas por la naturaleza e hibernamos. Buscarle más trama que esa es inútil, pero las imágenes son sobrecogedoras. Aunque no haya sido una de mis favoritas del festival, hay una escena que me ha marcado como pocas por su alma puramente lynchiana: un concierto, unas vacas, un eco. Los pelos de punta y yo completamente embobada. Cando la veáis lo entenderéis.

The Human Hibernation de Anna Cornudella

Muy buenas películas entre un bosque de otras no tan destacables. Era curioso escuchar a los críticos coincidir sobre la baja calidad de la Berlinale estos últimos años, algo que todos esperan que cambie con Tricia Tuttle al frente. Estaremos expectantes y ahí estaré para comprobarlo, entre bar y bar, entre corto y corto.

 

Y como siempre, aquí dejo para quien lo quiera un video que he hecho con mi handy de lo que viví esos 10 días por la Berlinale (donde se ve claramente que hubo más bar que peli): Berlinale2024.mp4

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