Descubriendo a Robert Bresson
“Robert Bresson es una de las 5 figuras mas notables de la historia del cine”. Esta fue la frase que abrió el último coloquio que ofrecía la Filmoteca de Catalunya en relación a la Mostra de cinema espiritual de catalunya . Ésta consistía en repasar la filmografía, casi completa, del director francés. Asistí a esta muestra motivado sobretodo por la recomendación de Pere Alberó en una de sus clases, donde además visionamos el final de Un condamné à mort s’est échappé (Un condenado a muerte se ha escapado, 1956)”. Fui dispuesto a ver toda su filmografía, pero por desgracia ya solo quedaban 5 películas en programación. El orden era el siguiente: Mouchette (1967), Une femme douce (Una mujer dulce, 1969), Lancelot du Lac (1974), Le Diable probablement (El diablo probablemente, 1977), y L’Argent (El dinero, 1983). Cinco películas y una semana para tratar de entender como es el cine de Robert Bresson, y porque merece el distintivo de “Espiritual”. Tras el visionado de las obras, y con el resto de su filmografía aún pendiente, puedo entender que es un distintivo del todo merecido, y agradezco profundamente haber tenido la posibilidad de asistir a esta muestra de la Filmoteca.
Hay varias conclusiones en el aspecto formal cinematográfico que sin duda diferencian a Bresson del resto de directores que haya visto antes, y que percibí apenas unos minutos de iniciada la primera película que vi: Mouchette. Dos sillas vacías abren junto a los créditos. La escena posterior es un cazador que prepara trampas bajo la atenta mirada de un guardabosques que mira receloso. Parece que el propio director minusvalora a su protagonista negándole presentación al inicio del film. Luego, entendemos que Mouchette vive en un ambiente hostil, con un padre borracho, una madre que requiere cuidados, un bebé gritón, y un desprecio en el colegio por parte de los alumnos y profesores. Esta historia nos presenta Bresson y, a pesar del drama de la protagonista, el tratamiento es lo que cobra relevancia (en relación a esto, Bresson utilizaba “modelos” cuya voluntad era eliminar cualquier tipo de emoción o dramatización, tanto en el habla, como en la expresión facial). El uso del lenguaje cinematográfico alcanza cotas inimaginables. Para Bresson, el cinematógrafo es una escritura de imágenes y sonidos, cuyo fin último es la película. El mensaje o esencia reside en la buena combinación y orden entre ambos (es mejor un mal plano puesto en el lugar adecuado que un buen plano que no encaja). De ese principio nace Bresson, y por ello el sonido es tan relevante en su cine como creador de atmósferas.
Una mujer dulce narra el suicidio de una chica a partir de la reconstrucción que hace su pareja sobre las posibles causas. El principio consta de tres planos: una puerta que se abre, una mesa que se cae con estruendo y un pañuelo que vuela por el cielo con el frenazo de los coches de compañero sonoro. Un suicidio que no se ve, que se sugiere por medios poéticos. Esta película creó en mi el mayor grado de conciencia jamás experimentado. Literalmente me vi atrapado en el laberinto planteado en forma de elipsis. Fue una ida y vuelta, pérdida y reencuentro, replanteamiento de cada una de las imágenes y sonidos que se me presentaban. Es un impulso natural del espectador tratar de desentrañar la maraña planteada por el autor para gusto y deleite de su ego. Por el contrario, esta película te invita a pasear por cada una de sus esquinas y recovecos. Bresson ofrece su mano para todo aquel que quiera cogérsela, en un viaje que te obliga a discutir constantemente todo aquello que aparece en pantalla (una experiencia parecida a la vivida con L’ eclisse (El eclipse, 1962) de Michelangelo Antonioni).
Lancelot du Lac narra las desventuras de Lancelot tras la infructuosa búsqueda del Santo Grial. Una adaptación de la leyenda del rey Arturo que en este caso muestra los últimos días de Lancelot en su reencuentro con Ginebra y el posterior enfrentamiento con Arturo. Desprovista de toda épica, de nuevo el trabajo de realización es primoroso. Con pocos elementos es capaz de crear una atmósfera riquísima, que junto con el excelente trabajo del sonido, hace un fiel retrato medieval, donde lo mas relevante es el aspecto psicológico. La armadura es la auténtica protagonista de la historia, y al igual que hizo Murnau en Der Letzte Mann (El último, 1924), crea una reflexión sobre el peso de los uniformes y del deber. Lancelot es el único personaje masculino que en algún momento se deshace de la armadura, y es cuando yace junto a Ginebra. Es muy interesante el tratamiento que hace Bresson de la violencia, siempre desde la distancia. Evita mostrar el acto violento, y enfatiza en cambio la consecuencia, haciendo que el espectador reflexione sobre la misma.
En El diablo probablemente, siguiendo la estructura marcada en Une femme douce, arranca con la muerte de nuestro protagonista y una posterior reconstrucción de los hechos. La muerte del joven nos es anunciada mediante notas de periódico: primero una indica un suicidio, y al instante otra dice poder estar relacionado con un asesinato. Me parece muy significativo este comienzo, y pese a que tiene una correspondencia argumental con el film, como siempre en Bresson, nada es gratuito. Tengo que decir que aunque el pesimismo es frecuente en las películas de Bresson, esta película es durísima en su tesis, y de difícil visionado. Me parece que bebe mucho de Godard, tanto en el realismo como en el contenido político, aunque donde mas reflejado está, es en el carácter de hacer vivir la experiencia al espectador. Creo que esta película es voluntariamente pesada, y en su clímax cuando decide suicidarse, prolonga el suceso hasta lo inaguantable, para cuando el protagonista le dice a su verdugo: «¿tanta prisa tienes en matarme?» realmente esa pregunta va dirigida al espectador. Es la película mas compleja de Bresson, a mi parecer, en cuanto al análisis de su contenido. Juega con el documental, tratando así de hacer un fiel retrato de la juventud por aquel entonces. Es el dualismo, la incertidumbre, lo que marca esta historia: mientras el protagonista es un nihilista, sus compañeros son unos idealistas que tratan de cambiar el mundo. La película es inmisericorde y absolutamente pesimista, y me parece la obra mas personal de Bresson.
El dinero arranca con un billete falso que circula hasta acabar en manos de Yvon, que paga con ese billete la cuenta de un restaurante, y es denunciado por estafador. Se escusa diciendo que recibió el billete de una tienda, pero los propietarios de la tienda, conscientes de haber cometido un delito, mienten, e Yvon paga las consecuencias. Es la última película de Bresson (aunque quiso hacer una última relacionada con el Génesis), y la mas depurada. El dinero es ejemplo de hacia donde quería llevar el cine. Hace de la omisión, de la ausencia, lo realmente relevante. Bresson es un autor absolutamente genuino, y ha creado con esta película, y con su obra en general, el mayor regalo posible para todo espectador avispado y activo en el visionado. Una condensación de todos los recursos antes expuestos, que sustituyen a la narración clásica en el contenido del film. Una obra absolutamente única.
Tras lo expuesto, creo que es indispensable para todo amante del cine, y para toda persona sensible del devenir humano ver a Bresson. Creo que cualquier persona que se enfrenta a una obra artística debe preguntarse qué motivaciones tiene el autor con esa obra, y por qué como espectador debería estar interesado en ella. Cuando el autor crea una obra que habla por sí misma, y el espectador queda interpelado por lo que el autor trata de explicarle, se obra un pequeño milagro. Creo que Bresson consigue eso.