70 Festival Internacional de Cine de San Sebastián
Antes de dar paso a esta crónica, me gustaría hacer una declaración de lo que pretende y no pretende ser esta crónica. No pretende ser una crítica profesional sobre las películas vistas, ya que yo mismo dudo de que algo como crítica profesional en el arte exista. Esta crónica ha de ser tomada como un diario escrito de manera posterior a todo lo vivido, cuyo propósito es la divulgación de las películas vistas durante el festival y un recuerdo para cuando dentro de diez años solo queden en mi mente trazos de estos días. Todas las opiniones compartidas de las películas son completamente personales y no deben ser tomadas muy en serio, ya que como digo, a parte de que dudo de que la crítica profesional en el arte (en este caso el cine) exista, por respeto a las obras y a los creadores, me parece impensable hacer una valoración sobre una película habiéndola visto una sola vez. Dicho esto, el principio de esta crónica empieza un…
DÍA 1, VIERNES 16
… viernes, 16 de septiembre. 8 de la mañana. El avión ya llevaba una hora de retraso. Para entonces ya había perdido hasta la impaciencia y aceptaba con pesadez mi destino: me perdía la primera película del festival (“En Los Margenes” de Juan Diego Botto). Y en vista de que el avión tenía pensado no volar, cancelé la entrada para esta película. “Buen comienzo”, pensé. Finalmente, al piloto le dio por hacer volar al pájaro metálico y para las 8:50 ya estaba en tierras vascas.
Evidentemente llovía, es lo que hay. Todo lo que veía era tan bonito que unas gotas no hacían más que hacer el paisaje, si cabe, más bonito. Tras unos minutos esperando el bus y tras confirmar con el conductor que era el correcto, también me confirmó que solo se podía pagar en metálico. Así que me despedí de él y volví al aeropuerto en busca de un cajero. Finalmente pude acceder a un bus, y en esos 40 minutos de trayecto entre el aeropuerto y San Sebastián, contemplando a través de la ventana del autobús todos los preciosos paisajes de Donostia se me olvidaron todos los imprevistos y jaleos que había estado viviendo esa mañana. Hasta que llegué al hostal y hubo unos cuantos más, pero eso para otro momento, porque ahora estaba de camino a recoger mi acreditación, con una mezcla interior de ilusión y nervios. Pensaba que sería todo más complicado, pero fue un proceso que no tardó más de 2 minutos: vengo a recoger la acreditación, como te llamas, Adrián, aquí tienes, gracias, agur.
Una vez recogida, fui al Victoria Eugenia. No a ver ninguna película, sino a recoger al que sería mi compañero de batalla durante todo el festival, Jon (redactor en la7asala.blogspot.com). Le comenté que su aspecto me recordaba al de algún dios nórdico.
Y ahora nos dirigíamos a ver, por fin, mi primera película del festival: BROKER de Hirokazu Koreeda. Y qué manera de comenzar, cómo me alegro que fuera esta mi primera película. Una preciosa road movie sobre un grupo de personas que por circunstancias han sido apartadas de la vida y juntos encuentran esa familia que nunca han podido tener. Mi primera película en San Sebastián y tuve problemas de visión debido a una especie de agua que brotaba de mis ojos durante más de la mitad de la cinta. Koreeda siempre ha sido uno de mis grandes pendientes, hasta ese momento nunca había visto nada suyo. Ahora no puedo esperar para ver el resto de su filmografía.
Tras ir a comer, tocaba ver la nueva película de Jaime Rosales: GIRASOLES SILVESTRES. Una película que tenía curiosidad de ver, pero de la que no tenía ni idea lo que me acabaría gustando, ya que ha terminado siendo mi tercera película favorita de todo el festival. Ya desde la primera escena, en la playa con los niños jugando y con Triana de fondo, estaba muy dentro de la película. En la sala pasó algo curioso, que supongo también pasaría en el resto de pases, que mencionaré sin destripar la película, pero espero que haga que quien lea esto quiera verla si no lo tenía pensado: toda la sala estaba viendo la película riendo y divirtiéndose, hasta que llega una escena en el primer acto que hace que no se volviera a escuchar ni una sola risa para el resto de la proyección. Película muy dura y, que, pese a que se podría decir que su final deje algo de felicidad para la protagonista, el ligero guiño que hace a La felicidad (Le Bonheur, 1965) de Agnés Varda, hace que me plantee que esa felicidad no será muy duradera, y que claramente, seguirá viviendo durante el resto de su vida según lo visto en estos fragmentos de su vida.
Para terminar el día vi DON’T WORRY DARLING de Olivia Wilde. Pese a lo mucho que me gustó en su día Booksmart, su anterior film, Don’t Worry Darling fue una piedra en el camino de mi primer día por el zinemaldia.
Pero ahora tocaba afrontar el último reto del primer día: me quedaba un 5% de batería, el hostal estaba a 40 minutos caminando. El camino me lo sabía, lo había hecho con el bus esa misma mañana, pero el problema principal era que sin el código que me habían enviado por correo no podría entrar al hostal, ya que no había recepción. Lo lógico era apuntar el código con boli, pero la noche anterior había dejado los bolis en la maleta por si los de seguridad del aeropuerto creían que tengo un parecido a John Wick y me los requisaban. Así que debía encontrar a alguien que me dejara un boli. Le empecé a preguntar a mucha gente, gente con mochilas, con bolsas, bolsos, libretas etc. Nadie “tenía” boli. Yo iba de camino al hostal. Y finalmente, tras terminar de recorrer la playa de la Concha y cruzar un puente precioso, le pregunté a una chica si tenía y me dijo que no. Pero se volcó y me dio la idea de que tenía un pintalabios y si quería me lo podía apuntar con eso en el brazo. Evidentemente le dije que sí, lo apunté y al momento el móvil se apagó. Ambos nos pusimos feliz de que lo consiguiera y cada uno seguimos nuestro camino.
Unos 10 minutos más tarde llegué al hostal y conocí a los que serían mis compañeros de habitación durante los próximos 9 días. Tuve bastante suerte, porque excepto dos chicos estudiantes provenientes de Pakistán, las 4 personas restantes de la habitación veníamos todas al festival y aproximadamente compartíamos la misma edad. Eran Brian y Judit (trabajaban en el festival de personal de sala) y Lucía (relaciones públicas). La verdad que se me quitó un peso bastante grande de encima, temía lo que me fuese a encontrar.
Tras asearme un poco, me tumbé por primera vez en la que sería mi cama durante esos días y me sentí muy feliz e ilusionado de lo que estaba por venir.
DÍA 2, SABADO 17
Segundo día, primer madrugón en San Sebastián. Me desperté a las 6:30 para ir a la primera película del día: EL SUPLENTE de Diego Lerman. Nos cuenta una historia que hemos visto mil veces: el profesor que llega a una escuela llena de alumnos desmotivados y este termina haciendo que se interesen. Y le añade tráfico de drogas. Es una cinta que al salir estaba bastante contento con ella, pero pensándola en frío siento que es demasiado atropellada, el desarrollo de todo sucede quizás demasiado rápido. Por otro lado, nada destacable más allá de sus interpretaciones protagonistas, termina siendo bastante olvidable. Fue la primera que vi en el Victoria Eugenia, sala que, pese a que las butacas no sean las más cómodas del mundo, es imposible no quedarse maravillado ante la preciosidad del recinto.
Al salir de esta película, fui directamente a una cafetería a por el segundo café del día (no eran ni las 11, pero había que mantener el ritmo). Tras tomármelo fui directo, ya que no tenía mucho tiempo entre película y película, al Principal a ver FOREVER de René Frelle Petersen. Quizás un puñetazo en la barriga me hubiera dolido menos que esta peli de buena mañana. Una contemplación sobre el duelo y pena que vive una familia tras perder a uno de sus integrantes. Tiene un ritmo lento que no se hace nada pesado y que, a la cinta, por los temas que trata, le viene muy bien. Su escena final seguramente sea de mis finales favoritos del festival.
Tras Forever, fuimos a comer a un restaurante chino que nos acompañaría durante gran parte del festival. Se llamaba Nuevo Siglo y en la entrada tenían una foto con Feng Xiaogan, ganador de la Concha de Oro en 2016 con su película Yo no soy Madame Bovary. Me pareció curioso.
Tras la comida, fuimos a tomar un café a una terraza. Mientras estábamos en ello, pasó por nuestro lado tranquilamente Ricardo Darín. Me pareció muy oportuno, porque pese a que no venía a presentar esta sesión en específico, la siguiente película que nos tocaba ver era ARGENTINA 1985 de Santiago Mitre. Mis expectativas estaban altas con esta película, tema siempre delicado el de las expectativas, pero en este caso se cumplieron de sobra. Una cinta que narra los hechos en, como dice el título, Argentina 1985, el año en el que se procesaron a los culpables de la absoluta barbarie que se vivió en el país durante los años de dictadura, acusación llevada a cabo por el fiscal Julio Strassera, interpretado por un gigantesco Darín, de la mano de Luis Moreno Ocampo, interpretado por un muy grande también Peter Lanzani. Es una película que recomiendo totalmente vivir en una sala de cine, ya que la experiencia colectiva la hace incluso mejor. Una película con muchísima emoción pero que tampoco creo que se exceda. Me gustó mucho como en el momento de la sentencia, dejó el discurso entero sin música ni adornos, simplemente el poder de la palabra, un gesto muy importante por parte de Mitre. Una de las imprescindibles del año.
Y ahora tocaba ir a cenar para prepararme para la última película del día: AS BESTAS de Rodrigo Sorogoyen. Yo nunca fui muy fan de este director, hasta dos semanas previas al festival, cuando por fin vi ese monumento que es El Reino (2018). Me pareció de las mejores películas de la década pasada y en general del cine español, así que evidentemente tenía muchas ganas de ver que nos traía con As Bestas. Quedé con una sensación agridulce. Ya que la película me estaba pareciendo muy buena y me estaba gustando, pero llega un momento que no sabe como terminarla. Y termina, y termina, y termina, pero no termina, haciendo que terminara bastante frustrado y con ganas de mandar a la película tomar viento. Y esto pasa a partir de un momento que es un punto de inflexión en la película, y desde ahí va bajando, pese a haber momentos super potentes (la discusión entre la madre y la hija es de lo mejor). Y yo tenía un conflicto interior, porque pese a que entendía que lo que me estaba contando era en favor del que es, bajo mi punto de vista, el tema de la película (el orgullo) siento que lo alarga demasiado de forma innecesaria, y que muchas de las escenas finales podrían haber sido eliminadas en montaje en busca de una mayor fluidez narrativa. Aún así, me gustaría quedarme con lo bueno, y probablemente lo mejor sea la que ha sido para mi la mejor interpretación del festival: Luis Zahera como Xan. Monumental interpretación de este actor que parece que cada año que pasa mejora como el buen vino. En resumen, ojalá me hubiera gustado tanto como me estaba gustando la primera hora y pico.
Y ya de camino al hostal, que al día siguiente venían curvas.
DÍA 3, DOMINGO 18
Este día decidí no coger ninguna película a las 8:30. Necesitaba estar descansado y con la mente fresca, ya que a las 11 veía una película de, ni más ni menos, Ulrich Seidl. Citando a Xavi Puebla “Ulrich Seidl hace parecer a Lars Von Trier Disneyland.” Así que como digo, pese a no tener ni idea de qué iba SPARTA, prefería estar preparado. Me encontré con una película en la que seguimos a Ewald, un pedofilo que llega a un pueblo en el que monta una escuela de judo, pero que termina siendo una especie de fortaleza junto a los críos. Como nos tiene acostumbrados Seidl, él nos muestra este tema, pero no infiere ni impone una opinión en el espectador, simplemente nos lo muestra y deja la confianza total en el espectador. No puntualiza en ningún momento, situaciones que otros directores hubieran cargado con melodramatismo. Es muy interesante y polémica, y ha levantado y levantará una división gigantesca entre las que la vean.
Tras el momento Seidl, fuimos a comer a otro de los restaurantes que nos acompañaría todo el festival, una hamburguesería llamada Va Bene. Un sitio con unas hamburguesas riquísimas y con un precio bastante razonable. Lo que quizás no fue buena idea meterme un hamburguesón con patatas antes de meterme a ver THE GREAT SILENCE de Katrine Brooks, una película sobre monjas, el pasado que intentamos ocultar, y Dios. Se me hizo insoportable y probablemente fue la que menos me gustó del festival, así que prefiero no hablar de ella.
Y tras este pequeño batacazo, esperé hasta la noche uno de los momentos que tenía más ganas: la gala en la que hacían entrega de un premio honorífico a Juliette Binoche por la carrera, donde hacía presencia Claire Denis y además proyectaban la última película en la que habían colaborado esta gran actriz y directora: FUEGO. Las galas era lo único que no entraba con el pase de prensa, pero yo pagué gustosamente por asistir, ya que admiro bastante a las dos participantes y tenía ganas de verlo. Una pena que resultara todo tan decepcionante. No sé que era lo que me esperaba, pero lo que fue duró 10 minutos que consistieron en un video repasando la carrera de Binoche, esta saliendo a recoger el premio y dando un (precioso) discurso de no más de 3 o 4 minutos. Algo destacable del discurso fue cuando le dedicó el premio al silencio, “un compañero de camino fiel”. Me pareció precioso. También me puso un poco triste que Claire Denis ni siquiera bajara al escenario, se quedó en las gradas bastante arriba. Respirar su mismo aire es ya un honor, pero quizás me hubiera gustado que dijera unas palabras ya que estaba tan anunciada y ya que hacía presencia. La película finalmente no fue muy destacable tampoco. A mi compañero le encantó, a mi me dejó bastante indiferente.
Para terminar la triunfal noche, se me salió un cristal de las gafas, por lo que la mañana siguiente había de ir a primera hora a una óptica a que me lo arreglaran, haciendo que me perdiera una de las películas que más ganas tenía del festival SURO. Por suerte me lo tomé todo con bastante humor. Al fin y al cabo, era consciente de donde estaba y no iba a dejar que pequeñeces así me hicieran venirme abajo.
DÍA 4, LUNES 19
Como decía, tenía que ir a una óptica a que me arreglaran las gafas, perdiéndome Suro. Lo bueno fue que pude dormir un par de horas más, que no me vino nada mal. Una vez arregladas, cosa que no tardó más de dos minutos, fui directo a la primera película de mi día: PORNOMELANCOLÍA de Manuel Abramovich. Un docuficción sobre Lalo Santos, un influencer sexual con depresión que terminó trabajando en la industria del porno. A día de hoy no sé muy bien qué pensar de ella, más sabiendo el feo trato sufrido por Lalo de parte del director durante el rodaje. Me parece una película en la que el director quiere rodar el morbo y mostrar el sufrimiento y ya.
Esta película la vi a las 12 de la mañana y ya hasta las 20,00h no volvería a ver otra, ya que ese día lo aproveche para socializar y conocer un poco la ciudad. ¡Qué enamorado estaba y estoy de San Sebastián! Pese a todo el turisteo, me parece una ciudad tan bonita. Donde más tiempo pasaba, no en esta tarde en concreto, sino en todo el festival, era en el espigón que se encuentra al lado del Kursaal. Echo de menos estar allí.
Este descanso me vino bien para despejar la mente ya que la película que veía a las ocho era PIAFFE de Ann Oren. Como me la gocé, y que ganas tenía de ver una película de estas características. Justo por la mañana, mientras veía Pornomelancolía y veía como Lalo se duchaba, pensaba en que estaba un poco cansado del realismo y que quería ver una película más surrealista, que me contara lo que me quería contar de una manera más especial y que requiriese más de mí como espectador. Esta película era eso multiplicado por 20. Trata de Eva, una chica (muy) introvertida que cuando su hermano sufre un ataque de nervios y debe ser ingresado, ocupa su puesto como artista de Foley. Es maravilloso como Oren, en esta que es su ópera prima, usa tan bien todos los elementos cinematográficos y de maneras tan creativas y expresivas. Deseando ver más de esta nueva visión que ha llegado al mundo del cine.
Y tras esta película y comerme un kebab medio decente, me dirigí al hostal bastante temprano. Sí, ese día solo vi dos películas. Al llegar al hostal tan temprano pude finalmente hablar largo y tendido con mis compañeras de habitación y conocernos, ya que de normal siempre llegaba cuando todos estaban durmiendo y así seguían cuando me iba. Me alegra mucho haber encontrado compañeras tan buena gente y tan compatibles entre nosotros.
DÍA 5, MARTES 20
Quinto día, los días se iban sucediendo sin parar. Amanecí descansado y con ganas de ver buen cine. El transporte público parecía no querer colaborar con mis ganas, ya que el autobús que debía pasar a y 10 al final pasó a y 25, haciendo que me perdiese la primera película del día: A HUNDRED FLOWERS de Genki Kawamura.
Me puso triste, tenía ganas de empezar el día con cine nipón. Pero la tristeza no duró mucho, ya que, a parte de desayunar en una de las mejores cafeterías que haya probado, al rato vi la que acabaría siendo mi segunda película favorita de todo el festival: LA MATERNAL de Pilar Palomero. Monumental. Sensacional. Todo el mundo tiene que ver esta película. Iba virgen con Pilar Palomero, ya que entre unas cosas y otras todavía no había visto su ópera prima, Las niñas (2020), así que no sabía muy bien qué me iba a encontrar. Aún así iba con expectativas altas porque todo lo que había leído de esta anterior peli era tremebundamente bueno. Bueno, yo no sé como será de buena esa cinta ya que a día de hoy sigo sin verla, pero si alguien me dijese que es mejor que esta me costaría creerlo. En ella seguimos a Carla, una adolescente de 14 años, que se ha quedado embarazada. Al descubrirlo junto a una trabajadora social, es ingresada a un centro para madres adolescentes, cuyo nombre es de donde sale el título del film. Y es que es una película con una sensibilidad, un tacto y una belleza abismales. Tras verla no me cupo ninguna duda de que Palomero es una de las personas del panorama español con mayor futuro. Me pareció super inteligente y que había reflexionado mucho sobre lo que quería hacer y cómo lo quería hacer. Además, en la película suena Estopa, que más se puede pedir.
Tras comer una vez más en el Va Bene, la hamburguesería previamente mencionada, me tocaba desplazarme 40 minutos andando a la única sala del festival que está un poco alejada, los Antiguos Cines Berri. Me encantaba pasear por la ciudad, así que más que como un problema lo vi cómo una oportunidad de tranquilidad. Llegué temprano y decidí tomar un café antes de entrar, por lo que entré a un bar que había enfrente y… me hicieron el mejor café del mundo. Después de ese café nada podía ir mal. Además, yo que también soy barista, me gusta al pedir café observar el proceso de como hacen el café los distintos camareros. Fue fascinante observar a la camarera que me lo preparó, una mujer de unos 40 años que se notaba que hacía muchos años desde el primer café que había hecho, lo hizo con una maña y aprendí unas cuantas cosas de su hacer para cuando en el trabajo me hago mis propios cafés.
Y con el sabor de ese magnífico café en la boca, crucé la calle y entré a los Berri para ver R.M.N de Cristian Mungiu. Y no me equivocaba con lo de que después de ese café no podía ir mal, porque menudo monumento de película. Un relato anti-racista en el que, a partir de un pueblo en Transilvania, crea un retrato del actual auge de la xenofobia y el racismo que asola Europa. En la película hay un plano fijo que dura casi veinte minutos del pueblo entero discutiendo en una asamblea y es una de las mejores muestras de historia contemporánea, digna de ser analizada en institutos y universidades. Su final me dejó desconcertado, a día de hoy, gustándome, sigo sin saber que pensar de él. Debo ver más cine de Mungiu, ya que pese a por ejemplo tener su palma de oro 4 meses, 3 semanas, 2 días (4 luni, 3 saptamini si 2 zile, 2007) en la lista desde hace mucho, nunca he visto nada suyo. Y me pareció, por lo menos por lo visto en esta cinta, un director con una mirada interesantísima y muy valiente cinematográficamente. Uno de los must del año.
Una vez vista R.M.N, ya no veía nada más hasta la noche. Así que tuve de nuevo tiempo para estar por la ciudad. Entre las cosas que hice, tuve la ocasión de encontrarme en un bar para tomar algo con compañeros de la Ecib, del master de montaje. La única persona que conocía era María, que fue quien me avisó, pero allí tuve la ocasión de hablar con Leidy, quien Pere Alberó me había presentado unas semanas atrás, y otros compañeros del curso mencionado. Por sacar algo de lo que hablamos, me gustaría mencionar un podcast que me recomendó María llamado “Los Invisibles del Cine”, en especial el capítulo 10 donde tienen una conversación con Ana Pfaff (montadora de Alcarràs, Estiu 1993, Espiritu Sagrado…).
El bar estaba por suerte al lado de principal, lugar donde creía tener la siguiente película. Una pena que hiciera mi planning mal y fuera en otra sala, haciendo que me perdiera Winter Boy de Christophe Honoré. No me preocupó ya que tampoco era una cinta que me interesara especialmente. Finalmente terminé viendo UNA BONITA MAÑANA de Mia Hansen-Løve. Una peliculita bastante pequeña de esas en las que apenas pasa nada, pero son bonitas de ver. Fue una bonita manera de terminar el día y de descansar la mente un rato.
DÍA 6, MIÉRCOLES 21
Este día si que pude llegar a la primera película. Y como me alegro de que así fuera porque la película en cuestión era LA CONSAGRACIÓN DE LA PRIMAVERA de Fernando Franco. Una película a la que iba sin ningún tipo de expectativas, ni buenas ni malas, ni sabía que esperarme, y que terminó siendo un sorpresón. Un coming of age muy delicado en el que seguimos a Laura, una chica de 18 años que acaba de llegar a Madrid para estudiar en la universidad y se encuentra perdida, ya no solo en tema espacial y de relaciones, sino perdida en sí misma. Toca un tema muy delicado como es la asistencia sexual a personas con parálisis cerebral y lo hace de una manera súper cuidadosa y se nota lo que se ha informado Fernando Franco antes de hacer la cinta. Tras la película asistí a la rueda de prensa e hice la única pregunta que haya hecho en una rueda de prensa durante todo el festival:
-Tu eres un gran montador y has sido montador de grandes películas como Blancanieves o Que Dios Nos Perdone, pero aun así cuando cambias tu rol al de director, prefieres que otro montador se encargue del montaje de la película. Y te quería preguntar por qué, cual era tu pensamiento detrás de esto.
Me respondió que lo hacía porque a la hora de hacer una película le gusta alimentar la obra con puntos de vista de diferentes personas y que sobre todo un montador te puede traer ideas que no habías tenido en cuenta y puede hacer que la obra gane. También que es bueno trabajar con un montador ajeno a todo lo que ha venido anterior al montaje, principalmente el rodaje, para que venga fresco y no venga cargado con todo lo anterior, que no venga condicionado.
Me gustó su respuesta.
Terminada la rueda de prensa, fui directo a ver la que terminaría siendo la Concha de Oro de este año, LOS REYES DEL MUNDO de Laura Mora. Una película con la que, si bien no estoy de acuerdo en que fuese la ganadora, me parece una cinta interesantísima. Está dividida en dos partes de forma muy clara, la primera siendo muy enérgica, jovial y divertida, y la segunda siendo más lenta y espiritual. Si toda la película hubiera sido como la primera parte, no la hubiera soportado, pero la segunda hace que entienda y me guste la primera, y que me guste la peli en su totalidad. Lo que más me falló, como me pasó con As Bestas, es que siento que no sabe terminarla. Esta película tiene más finales que El Retorno del Rey. Pese a esto, creo que es una película que merece totalmente la pena ser vista.
Una vez comido y antes de ir a la siguiente película, fui a otra rueda de prensa que me hizo especial ilusión: una rueda de prensa de David Cronenberg que terminó siendo una masterclass de una hora. La disfruté muchísimo, escuchar hablar a ese señor es un gustazo, me pareció una persona super sabia.
Tras ello fui a ver THE WONDER de Sebastián Lelio. Me gusta mucho Florence Pugh, pero la elección de proyectos de este año por su parte me parece muy floja. Dejaré ahí mi opinión sobre esta película.
El bajón que supuso esta película, ya que ganas le tenía, lo siguió una cena rápida en Burger King, antes de ir a la segunda gala y la que más ganas tenía: la gala en la que premiaban por la carrera al hombre que había visitado aquella misma tarde, el señor David Cronenberg. Tras la gala además proyectaban CRIMES OF THE FUTURE. Antes de entrar al Victoria Eugenia, sala donde tenía lugar la gala, me quedé en el espacio que tienen asignados los acreditados para fotografiar a las celebridades que vienen por la alfombra roja. Pasó algo bastante gracioso: después de un rato esperando, las primeras que llegaron fueron unas tiktokers que hacían que muchos de los allí presentes se preguntaran quienes eran. Aún así les fotografiaban, supongo que por si acaso. Y mientras les fotografiaban yo me fijé en que detrás de ellas, a unos pasos se encontraba un hombre. Me fijé bien y me di cuenta de que se trataba del mismísimo Gaspar Noé. Con la sorpresa exclamé en voz alta, “¡Hostia, Gaspar Noé!. Esto hizo que de repente todos los fotógrafos se giraran, haciendo que todos los flashes que estaban hace un momento cayendo sobre las tiktokers viraran hacia el argentino. Las tiktokers al ver que su momento de atención había pasado entraron al recinto.
Finalmente, tras un discurso precioso por parte de Noé, que fue el encargado de entregarle el premio a Cronenberg, y un video repasando la trayectoria del cineasta, comenzó una de las cintas que más ganas tenía de ver de todo el festival: Crimes of the future. Terminó siendo una película con la que tengo mis dudas. Mientras que la atmósfera y la imagen que crea Cronenberg son prueba de su más que absoluta maestría con el cinematógrafo, y mientras que propone algo interesantísimo, siento que no termina haciendo nada con ello, acabando con la sensación de que te han dado el caramelo con la envoltura más bonita del mundo, pero que termina siendo un caramelo más bien insípido. Aun así como digo, es una clase magistral de cómo crear una atmósfera y un mundo y ya solo por eso vale la pena. Y estaba feliz de haber visto a Cronenberg en persona y verle recibir este premio. Me podía ir a dormir feliz.
DÍA 7, JUEVES 22
Este seguramente fue el día más flojo de todo el festival. Y obviamente el día más flojo comenzaba mal. Vi la película que trajo Hong Sang-soo. Es una opinión un tanto impopular, pero no soporto el cine de este hombre. Me parece la nada. Y efectivamente esta nueva cinta no me dijo nada en absoluto. Mal comienzo de día.
A continuación, vería A WOMAN de Wang Chao. Una película más interesante, pero que tampoco terminó de atraparme. En ella seguimos a una mujer de clase obrera desde final de los años 60 hasta principio de los 80. Me gusta como trata el tiempo y su ritmo, pero como digo no es una peli que vaya a recordar dentro de un año.
Y ahora estaba en un banco cerca de Principal esperando que fuese la hora para ver BARDO, FALSA CRÓNICA DE UNAS CUANTAS VERDADES, la nueva película de Alejandro González Iñarritu. 20 minutos antes de la proyección, nos enteramos que Iñarritu había hecho un remontaje tras La Biennale y le había quitado veinte minutos a la película. Mi curiosidad aumentó considerablemente. Al entrar a la sala absolutamente todo el mundo estaba comentando antes del inicio de la película el remontaje. Terminó siendo la mejor del día. Como se está diciendo mucho, es el Ocho y Medio de Iñarritu. Tiene cosas muy interesantes, pero finalmente terminé saliendo de la sala pensando un poco “Que sí, Iñarritu, que sí”. La foto de Khondji es excelsa.
Y no recuerdo que película tenía esa noche, pero después de esa racha de mini fracasos decidí que no quería ver más películas ese día y cancelé la entrada. Eran las ocho de la tarde y estaba de camino al hostal, a dormir.
DÍA 8, VIERNES 23
Fue sin duda el día que más dormí en todo el festival, creo que llegué a las 9 horas. Estaba preparado y listo para cualquier cosa, cualquier película que me echaran en cara. Una pena que la primera película del día, al igual que el día anterior, también empezara mal. En este caso fue un absoluto desastre. La película en cuestión fue LOS RENGLONES TORCIDOS DE DIOS de Oriol Paulo. Odio cuando siento que el director piensa que los espectadores son tontos y tienen que explicárselo todo cuarenta veces, Oriol Paulo es el reverso de lo que mencionaba con Ulrich Seidl. También me pareció increíblemente tramposa. Me pareció abominable que te cuentan lo mismo no sé cuántas veces, la película podría perfectamente una hora menos. Salí enfadado de la sala y mareado de los giros que da en el final. No quería hablar mal de ninguna película en esta crónica, pero es que esta película me enfadó.
El enfado fue desvanecido desayunando una palmera de chocolate gigante y un café con leche que me activó de nuevo para la siguiente película: CARBIDE de Josip Žuvan, una opera prima que me pareció muy interesante. En ella seguimos a dos niños, Nikola y Antonio, que viven prácticamente puerta con puerta y sus respectivas familias llevan años teniendo conflictos vecinales que harán finalmente que su amistad se vea afectada. Me pareció brillante especialmente el trabajo con los personajes, todos muy bien definidos psicológicamente y los actores lo hacen realmente bien. No tengo mucho que decir sobre este film, simplemente recomendarlo porque no deja indiferente.
Lo que tampoco me era indiferente era lo que quería comer ese día, me había levantado con muchas ganas de comer pizza. Buscamos y encontramos una que no estaba nada mal. No es la mejor pizza que he comido, pero estaba bastante buena. Y ahora me tocaba ver otra opera prima, esta vez una de alguien de cataluña: LA CASA ENTRE LOS CACTUS de Carlota González-Adrio. Una opera prima de esta directora catalana, antigua estudiante de la escuela de cine ubicada en Terrassa y que, tras el triunfo de su corto de final de carrera en festivales, le llegó él dirigir esta película como encargo. El guion ya estaba escrito por el mismo autor que la novela en la que estaba basada, Paul Pen. Es una película entretenida con un buen uso de la dosificación de información y una sutilidad bastante elegante en algunos momentos. Tras la proyección hubo un pequeño q&a con directora, productores y actores. Entre los actores estaba uno de los protagonistas, Ricardo Gómez. El hecho de verle me hizo recordar a mi familia, ya que con ellos siempre veía de pequeño Cuéntame.
Y esta vez tampoco me detenía e iba directo una vez más a mi siguiente película: MARLOWE de Neil Jordan. Una película con la que he visto que la gente está siendo cruel. Yo viéndola pasé muy buen rato, como dije en su momento, no es una película que te vaya a cambiar la vida, pero no todas tienen que hacerlo. Muchas veces el propósito es que el espectador pase un buen rato.
Y ahora por fin, iba a ver la película sorpresa de esta edición. Aunque terminó siendo de todo menos sorpresa porque me llegó la información de qué película era incluso antes del comienzo del zinemaldia. Pero de no haberlo sabido, las redes sociales del propio festival se encargarían de arruinar la sorpresa. No entendí muy bien este movimiento, más allá de para avisar que vendrían Andrew Dominik y Ana de Armas presencialmente a presentarla. Por desgracia presentaban la segunda sesión, así que tan solo pude verles en la alfombra roja al día siguiente. Y por si alguien tras citar al director y actriz de la película sigue sin saber de que película hablo, me refiero a la película más polémica del año con diferencia: BLONDE del ya mencionado Andrew Dominik. Yo, al igual que mucha gente, tengo problemas con esta película. Cinematográficamente no hay duda de que es probablemente lo mejor del año, Dominik utiliza a placer absolutamente todos los tipos de imágenes disponibles a la mano de un cineasta: de colores saturadísimos a blanco y negro, para volver a colores más ligeros, te cambia la relación de aspecto veintisiete veces, te usa todos los tipos de lente en su mayor expresividad, etc. Es un no parar. Pero una vez ya entras en el tema moral, piensas, cuidao. Es una película extremadamente delicada, que más que cruzar la raya de la moralidad, se podría decir que le pone dinamita y la revienta en 31 pedazos. De esta, ya que está en Netflix desde hace unas semanas y mucha gente la ha visto me permitiré hablar entrando un poco más en materia. Para mí, es una película que habla sobre la falsedad. De ahí, que coja a Marilyn Monroe, uno de los mayores falsos iconos del arte de la falsedad, el cine. Y además falsea su vida, ya que la película no deja de ser una biografía falsa adaptada del libro con el mismo título de Joyce Carol Oates. Creo que la escena que mejor sintetiza el tema de la película, es quizás también la escena más polémica de toda la cinta. Sí. Me refiero a la escena con Kennedy. Es la escena que más me hace debatirme si la película me gusta o no. Como digo, es donde mejor sintetiza el tema porque mientras que está dándole placer al presidente de Estados Unidos, algo que si alguien tenía dudas de si lo que está contando es real o falso, para entonces debería despejarse de dudas, a la vez está haciendo una metáfora meta cinematográfica de la falsedad del cine a través de una televisión que hay en la habitación, donde se ven naves espaciales destrozando el planeta. Me parece curioso que para darle sentido narrativo usa las mismas explosiones que se están viendo en pantalla para representar el orgasmo del presidente. Es una escena muy delicada, pero es la escena que me hace decir que Dominik fue all in. Como ya he dicho, a día de hoy sigo sin saber si esta película me gusta o no, pese a tantos debates que he tenido con tantas personas. Hay algo de lo que no cabe duda, no dejará indiferente a absolutamente nadie.
Y ahora, con mil cosas en la cabeza, iba de camino al hostal, a dormir para prepararme para el que, lamentablemente, sería el último día de festival.
DÍA 9, SÁBADO 24
Último día de festival, me levanté nervioso, no sé muy bien por qué, y con ganas de aprovechar el día al máximo. Estaba lloviendo, desde el aeropuerto que no había llovido. Le daba un aire poético y triste al día, era el fin. No era una lluvia muy fuerte, pero llovía y hacía frío. La primera película del día la tenía a las 12:00, por lo que tenía tiempo, ya que igualmente me desperté temprano para aprovechar la mañana. Tras desayunar en el hostal, cogí un bus y fui de camino al centro. No me apetecía ponerme la misma chaqueta y sudadera que había estado usando los días atrás, así que las dejé en la habitación y al llegar al centro entré a la primera tienda que vi. Todas las chaquetas que veía eran de unos 150€ o por ahí. Le pregunté a la dependiente si tenía algo rondando los 50€. Me dijo que sí, pero que era outlet. Le hice saber que no me importaba en lo más absoluto. Al final la chaqueta de outlet que me enseñó me gustó más que todas las demás que había visto. La compré. Siempre que voy de viaje vuelvo con una chaqueta.
Es algo que al fin y al cabo usas a diario y muchas veces acabas recordando, aunque sea vagamente, el viaje. Tras la compra, me dirigí al Kursaal a por un café, me apetecía. Ya se notaba mucho más vacío que días atrás. Una especie de nostalgia breve me invadió, era oficial, esto estaba por acabarse.
Tras beber el café y estar un rato charlando, me moví un poco y fui del Kursaal al Kursaal2, la primera vez que venía a esta sala. Fila 5, Asiento 8. Diez minutos para que empezara, veía a la gente entrar. A unos cinco minutos, una mujer me habla:
– Perdona, que este es mi asiento. + ¿Qué asiento tienes?
– Fila 5, asiento 8
Procedo a comprobar mi entrada. + Perdona.
Me moví de sitio. Ahora sí que estaba en mi butaca, fila 5, asiento 18. Ya estaba a punto de empezar. Si has leído hasta aquí y has sido atento, verás que he mencionado que La Maternal era mi segunda película favorita del festival y Girasoles Silvestres la tercera, faltando una primera. Es porque mi película favorita del Zinemaldia 70 y, de momento, del año, es la que estaba a punto de ver: SECADEROS de Rocío Mesa. Una opera prima de realismo mágico absolutamente increíble. Cuando semanas atrás estaba en mi habitación haciendo el planning, vi algo especial en esta película y supe que necesitaba verla. Hay muchas veces que hago una conexión con una película y necesito verla, sin saber por qué, y muchas veces al verla termina siendo de mis favoritas. Fue el caso. Salí de la sala emocionadísimo y prácticamente temblando con lo que acababa de ver. Y sé que al ser mi favorita debería hablar mucho de ella, pero no lo voy a hacer. Simplemente voy a recomendar encarecidamente que vayáis a verla, sin saber mucho, y os dejéis llevar por esta maravilla que nos ha regalado Rocío Mesa. Espero con ansias su siguiente película, espero de todo corazón que no decepcione. Viendo los créditos recordé una frase de uno de mis críticos favoritos, Alejandro G. Calvo: “Cuando la gente ve buenas películas, mejora su vida. Una buena película te hace mejor persona.”.
Este es el poster, realizado por la artista María Medem, una maravilla.
Al salir seguía lloviendo. Fui a comer por última vez al restaurante chino Nuevo Siglo. Ese día todo estaba especialmente bueno, más que de costumbre. Tras tan maravilloso manjar, cogí un autobús, ya que estaba lloviendo, y fui por segunda vez a los cines Berri, esta vez a ver una película a la que tenía muchas ganas. TORI ET LOKITA de los hermanos Dardenne. Probablemente, y con su filmografía a la vista es decir mucho, sea la crítica más enfadada que hayan hecho los hermanos belgas. El final da, una vez más en este festival, para bastante debate sobre la moralidad. A mí, personalmente, me pareció que no pasa la línea, y más aún con lo que dice el protagonista en la última escena. Eso sí, el mal cuerpo te lo deja, sin duda. Mientras reflexionaba sobre la película, cogí otro autobús para volver al centro. No tenía nada que hacer así que fui al Kursaal. Me llevé el chasco de mi vida al ver que ya habían desmontado la cafetería en la que esos días atrás y esa misma mañana me había estado haciendo café gratis. Además, me puso triste que, si por la mañana estaba bastante vacío, por la tarde directamente ya no había nadie. Solo había un par de mesas ocupadas.
Me senté en una de ellas a escribir y a esperar a que mi compañero saliera de la sesión en la que estaba para esperar junto a él a la noche, que es cuando veríamos la última película. Me parecía bastante bonito terminar el zinemaldia, mi primer zinemaldia, con la palma de oro de este año, THE TRIANGLE OF SADNESS de Ruben Östlund. Una pena que terminara siendo algo tan agridulce. La primera hora y media es absolutamente brillante, ni la sala entera ni yo parábamos de reír, era una película con un humor increíblemente ácido y sutil. Pero la última hora, cuando llega el último capítulo, es un desastre. Prácticamente tira la película a la basura. Como digo, me dio pena que lo último que viera en el festival terminara siendo algo tan agridulce y no me encantará como, por ejemplo, la anterior película de Östlund, The Square (2017), que me parece brillante.
Al salir de la sala estaba lloviendo como hace tiempo no he visto llover. Diluvio. Parecía que la ciudad llorara porque el festival había terminado. Para volver al hostal cogí un bus, con tales prisas que terminó siendo uno incorrecto. Me bajé en cualquier lado y por suerte pude coger un taxi. Me llevó al hostal y una vez más, todos estaban durmiendo.
DÍA 10, SÁBADO 25
Y me desperté y una vez más, todos estaba durmiendo. Esa vez claro, me dio pena, porque me hubiera gustado despedirme. Tras una ducha rápida para despertarme, cogí la maleta y la mochila y salí de la habitación, mirando atrás antes de salir para ver si alguien estaba despierto. Cerré la puerta. Ahora tenía que averiguar como llegar al aeropuerto. Por suerte se cruzó un taxi que me pudo llevar de vuelta al centro, porque por lo que sea, no me veía andando 40 minutos con la maleta recién despertado. Aviso para futuros viajeros a San Sebastián: por algún motivo los autobuses que se dirigen al aeropuerto solo aceptan efectivo. Tras un buen rato esperando llegó el bus y me subí, había una larga cola de personas detrás de mí, ya que llegué el primero. Iba mirando por la ventana, nostálgico de los días que acababan de pasar. Finalmente llegué al aeropuerto y me di cuenta de lo absurdamente pequeñito que es. El primer día no lo noté. Pero yo acostumbrado al de Barcelona, me pareció curioso. Solo había 7 vuelos al día. Uno de ellos era el mío. Tras un rato esperando, ya que llegué temprano, por fin pude embarcar y volver a mis tierras, sin poder parar de mirar atrás con cierta tristeza, y sabiendo de sobra que este sería el primero de muchos.